En junio de 2020, tras un dilatado proceso marcado por el punto álgido de la crisis sanitaria, las listas de Los Verdes obtuvieron grandes resultados en las elecciones municipales francesas. Ahora, están al frente del ejecutivo de algunas de las principales ciudades de Francia, incluyendo Marsella, Lyon, Burdeos, Estrasburgo y Tours. Hemos hablado con Bruno Bernard, presidente del área metropolitana de Gran Lyon, y con Léonore Moncond’huy, la recién electa alcaldesa de 30 años de Poitiers, sobre cómo la pandemia ha afectado a su visión sobre el futuro, qué aporta el gobierno de Los Verdes a una crisis y qué lugar ocupa la ecología en el panorama político francés.

Benoit Monange: Los ecologistas franceses gozaron de un éxito sin precedentes en las elecciones municipales de 2020. ¿Cuál es la explicación de estos resultados?

Bruno Bernard: Por encima de todo, nuestro proyecto respondió a las expectativas de la gente, desde la lucha contra la contaminación y el desarrollo de la movilidad hasta la transformación de la ciudad en un espacio verde y la mejora del entorno urbano. La ecología respondía a la necesidad de devolver el sentido de la vida en la ciudad. La fragmentación política y la caída de la democracia social han contribuido indudablemente a este éxito. Sin embargo, en muchas ciudades, incluso donde nuestros candidatos no eran muy conocidos, las victorias se han debido a propuestas que satisfacían las aspiraciones de los ciudadanos. Tenemos la posibilidad de avanzar aún más porque hay grandes cambios en juego: nuestro programa atrae a las generaciones más jóvenes. Los adolescentes quinceañeros de la actualidad tienen probablemente un pensamiento más verde que la mayoría de los votantes.

Our latest edition – Moving Targets: Geopolitics in a Warming World – is out now.

It is available to read online & order straight to your door.

Léonore Moncond’huy: La ecología ha dejado de ser un proyecto activista o intelectual marginado para estar cada vez más arraigado en las clases populares. Estamos ganando poco a poco la batalla cultural, tal como demuestra la Convención Ciudadana por el Clima.

En las ciudades, las plataformas que captaron este interés en la ecología solían ser abiertas y dejaban un gran lugar para la sociedad civil. En Poitiers, la campaña se construyó en torno a un enfoque colectivo para atraer a nuevas personas y prácticas. Era algo más que simplemente un partido dando algo de espacio a la gente; el enfoque se basaba por completo en los ciudadanos y en la renovación política.

Barcelona fue una particular fuente de inspiración. Nos conquistó la imagen de una ciudad asumiendo el control de su futuro político a través de la participación ciudadana. Nuestro equipo se reunió con los organizadores de Barcelona para conocer de forma más precisa cómo habían trabajado y a qué obstáculos se habían enfrentado. Durante la campaña, entonamos la consigna: «¡Poitiers es la nueva Barcelona!». Nuestra plataforma, Poitiers Collectif, se basa en tres pilares: la ecología, la justicia social y la democracia. Obviamente, los ecologistas están convencidos de que la ecología es un «todo» que incluye de forma natural el ámbito social, y a veces se cansan de hacer hincapié en este aspecto. Pero los votantes sienten una mayor tranquilidad cuando se les explica que las cuestiones sociales y la democracia también son fundamentales.

¿Cómo ha afectado la crisis sanitaria a las elecciones?

Bruno Bernard: Tuvimos que cambiar la forma de hacer campaña y, en los largos meses transcurridos entre vueltas, nuestros oponentes se dedicaron a atacar con crudeza a Los Verdes. Pero, al fin y al cabo, el riesgo sanitario no fue un factor importante. Se produjo una alta abstención, que también incluyó a parte de nuestro electorado. Algunas personas vincularon la crisis sanitaria a la crisis ecológica, pero la incertidumbre económica disuadió a otras personas de votar por Los Verdes. Las mayores diferencias entre vueltas se dieron en ciudades donde el partido En Marche de Emmanuel Macron hizo coalición con el centroderecha para tratar de pararles los pies a Los Verdes. En Estrasburgo y Burdeos, los votantes castigaron estas coaliciones.

Léonore Moncond’huy: Seguimos movilizándonos mientras estuvo suspendida la campaña. Se organizaron eventos para mantener el debate y consolidar la conversación más amplia sobre el «mundo después» en Poitiers. El efecto sobre el resultado es difícil de interpretar. La crisis aumentó la concienciación y el deseo de emprender acciones. La gente recurrió a las redes de alimentos, los mercados y los productores locales, y votar a Los Verdes fue, en cierta forma, una extensión lógica de la situación. Al mismo tiempo, muchas personas apostaron por lo seguro y decidieron mantener al partido en el poder.

En las ciudades, las plataformas que captaron este interés en la ecología solían ser abiertas y dejaban un gran lugar para la sociedad civil. – L. Moncond’huy

Asumieron el mando en medio de una triple crisis sanitaria, económica y social. ¿Qué aportan las políticas verdes al ejercicio del poder en una crisis?

Bruno Bernard: Hacemos las cosas de forma diferente, no hay duda. Las decisiones se toman de un modo muy colectivo. El 75 % de nuestros representantes electos nunca han estado antes en un gobierno, y contamos con 32 mujeres frente a 26 hombres. No se permiten los dobles mandatos (non-cumul) porque los representantes electos deben estar dedicados por completo a su cargo. En una crisis, buscamos ir más allá de la gestión a corto plazo, no basarnos únicamente en la comunicación y mantener una visión a largo plazo. Ese es el motivo por el que estamos en diálogo constante con los actores económicos y sociales, así como con otros representantes electos, para determinar las medidas más eficaces. No realizo anuncios estrepitosos a diario; lo que queremos es crear un gran impacto a largo plazo.

Léonore Moncond’huy: La gestión de una crisis es una habilidad que trasciende las divisiones políticas y para la que también resulta importante el liderazgo personal. En una crisis, cualquier representante electo debe proteger a la población, identificar lo que es urgente y anticiparse a lo que pueda pasar. Donde los ecologistas destacan es en la democracia y en la reflexión sobre el «mundo posterior a la crisis». Me interesaba garantizar que la gestión de la crisis no excluyera la consulta, incluso cuando eso constituye un reto. La capacidad de respuesta requiere tomar decisiones rápidas, inventar nuevas formas y confiar en todos los representantes electos. Por último, la ecología sigue siendo nuestra brújula. Sería inútil que nos limitásemos a seguir por donde lo dejamos. Ante esta crisis, debemos reorientar las cosas en la dirección adecuada.

¿Ha cambiado la pandemia su visión sobre el futuro de Poitiers y Gran Lyon?

Léonore Moncond’huy: Honestamente, no, pero ha confirmado la necesidad de implementar nuestro programa más rápidamente, especialmente en lo que respecta a la alimentación. La amenaza para la seguridad alimentaria ha sido dura y repentina. Nuestros suministros dependen de sistemas nacionales e internacionales que son vulnerables a los impactos. Por tanto, los sistemas alimentarios locales no son solo un problema ecológico, sino también una cuestión de seguridad.

Bruno Bernard: La crisis no ha cambiado mi visión sobre Gran Lyon, pero ha reforzado mi convicción de que es necesario reequilibrar la relación con los territorios de alrededor del área metropolitana. Mis predecesores desarrollaron Gran Lyon para que no dejara de crecer en tamaño y riqueza, ni de atraer a un mayor número de personas. Los resultados estaban disparando los precios de la vivienda, la congestión del tráfico y la contaminación, así como sobrecargando los servicios públicos. Con las olas de calor ligadas al cambio climático, ya era bastante probable que, en los próximos 10 o 15 años, aumentara el desinterés en las densas áreas urbanas, nos guste o no. La crisis de la COVID-19 está acelerando esta dinámica, especialmente debido al teletrabajo. La relación entre las grandes ciudades y los municipios intermedios necesita ser más equilibrada.

La pandemia expone la relación entre las desigualdades sociales, medioambientales y sanitarias. ¿Cómo pueden hacer las políticas verdes que las ciudades sean más inclusivas?

Bruno Bernard: Cabe destacar dos políticas verdes en materia de justicia social. En primer lugar, el desarrollo masivo del transporte público para que todo el mundo pueda desplazarse fácilmente. No todo el mundo puede permitirse tener un coche, por lo que la movilidad es un aspecto que marca la desigualdad. Introduciremos la unificación de precios en todos los operadores y, desde enero de 2021, las personas más desfavorecidas podrán usar el transporte público de forma gratuita. En segundo lugar, en enero de 2023, el área metropolitana transferirá y suministrará el tratamiento del agua de manos privadas a una autoridad pública. Esta cesión permitirá establecer una tarificación progresiva del precio del agua y ofrecer prestaciones para que personas necesitadas dispongan de agua gratuita.

Léonore Moncond’huy: Los servicios públicos son clave para conciliar la ecología y la justicia social, ya que se basan en la igualdad de todos los usuarios. Los servicios públicos regulan la distribución de los recursos entre la población y garantizan el acceso a servicios y bienes ecológicos a precios asequibles. Actualmente, en Poitiers, los autobuses se consideran un medio de transporte para pobres. Depende de nosotros, la comunidad, asegurarnos de que sean tan atractivos como cualquier otro medio de transporte. Cambiar la forma en que la gente percibe el transporte público para dejar de usar el coche es una cuestión de justicia social.

Se tiende a ver la justicia social únicamente a través del prisma del empleo. Pero quiero ser parte de la tradición política de la izquierda comprometida con la reducción del trabajo. El tiempo libre es un derecho para todo el mundo, al igual que el derecho al trabajo. Los servicios de asistencia social se centran en el empleo, pero la desigualdad también se refleja en el ocio, el tiempo libre y las vacaciones. Tras la relajación del confinamiento en junio, Poitiers puso en práctica un programa «Vacaciones para Todos». Los niños, que habían estado encerrados durante meses, tuvieron la oportunidad de escapar de Poitiers durante una semana o un par de días. Naturalmente, la crisis convierte en una necesidad crucial el apoyo al empleo, la integración de los jóvenes y la búsqueda de soluciones innovadoras, especialmente en la economía social. Sin embargo, la justicia social va más allá del empleo.

La relación entre las grandes ciudades y los municipios intermedios necesita ser más equilibrada. – B. Bernard

¿Cuáles son sus principales objetivos para su mandato?

Léonore Moncond’huy: La ambición es que se tengan en cuenta las tres dimensiones (ecología, justicia social y democracia) en todos los procesos de toma de decisiones. Resulta difícil resumir nuestros objetivos en pocas palabras, pero los marcadores son movilidad, energía y educación en la naturaleza. Para el final del mandato, todos los residentes deberían tener una alternativa al coche privado. La ciudad ya cuenta con un plan de clima-aire-energía, pero trasladaremos las promesas en hacer todo lo posible por reducir el impacto del carbono de la comunidad. Convertir los edificios municipales en espacios energéticamente positivos será un importante impulso. La educación en la naturaleza es nuestra política educativa más distintiva. Requerirá la formación de nuestros equipos, la reorientación de nuestras actividades extracurriculares y la creación de un centro inmersivo de educación en la naturaleza.

Bruno Bernard: La reducción de la contaminación es un importante objetivo que implica medidas relacionadas con el transporte, el aislamiento, las fuentes contaminantes, como la quema de madera al aire libre, y la regulación de la industria. Convertir el área metropolitana en un espacio verde y preservar la biodiversidad son también aspectos prioritarios, y lanzaremos un importante plan para proteger los insectos polinizadores. En el tema de la vivienda, Gran Lyon quiere duplicar la tasa actual creando 6000 viviendas sociales al año para el final del mandato. Un plan peatonal ayudará a despejar las calles y mejorar la calidad de vida. Doscientos cincuenta kilómetros de carriles bici expresos deberían triplicar el número de desplazamientos en bicicleta a lo largo del mandato.

La alimentación es otra prioridad. Nuestro objetivo es lograr un 100 % de alimentos orgánicos y al menos un 50 % de productos de origen local en los comedores escolares. Dos comidas a la semana serán vegetarianas, y los alumnos siempre tendrán una alternativa vegetariana. Las 350 granjas de nuestro territorio exportan el 95 % de su producción fuera del área metropolitana, y solo el 7 % de ellas produce de forma orgánica. Gran Lyon trabajará con las granjas para ayudarlas a migrar a un modelo más orgánico y orientado localmente garantizando la compra de parte de su producción, por ejemplo. A nivel europeo, la nueva política agraria común debe ayudarnos a avanzar en la dirección adecuada.

La educación en la naturaleza es nuestra política educativa más distintiva. – L. Monchond’huy

Los ecologistas se han convertido en el blanco de los ataques políticos en Francia. ¿Cómo se enfrenta a las acusaciones que los tachan de extremistas, retrógrados e irresponsables?

Léonore Moncond’huy: Mantengo la calma y me distancio del asunto. Los ataques son caricaturescos, pero, sobre todo, no se corresponden con quienes somos, y la gente es consciente de ello. Las mejores respuestas son acciones que cambian la vida de las personas a mejor. Nuestros resultados demostrarán que estos ataques estaban fuera de lugar.

Bruno Bernard: Los ataques se produjeron principalmente entre las dos vueltas, cuando nuestros oponentes se dieron cuenta de nuestras posibilidades de ganar. A veces, recibimos estos ataques por intereses empresariales, pero, desde las elecciones, a nivel local, han dejado de producirse. Gracias a mi experiencia como propietario de un negocio, cuando me reúno con empresarios locales, entienden rápidamente que podemos hacer cosas juntos. No solo la economía es compatible con la ecología; la ecología también da sentido a la economía.

El presidente Macron se mofó de los ecologistas llamándolos «amish», y el Ministro de Justicia llegó incluso a arremeter contra los «ayatolás de la ecología».

Bruno Bernard: Hoy en día, la ecología es la alternativa más peligrosa para quienes ostentan el poder. Es por ello por lo que somos el objetivo. Que el presidente hablara en términos tan excesivos para evitar un debate sustantivo sobre el 5G muestra más bien lo desarmado que está frente al debate público. Le perjudica más a él de lo que nos afecta a nosotros. Seguiremos siendo fieles a las ideas y propuestas que traen un cambio.

Tras los grandes resultados en las elecciones europeas y municipales, ¿en qué deberían centrarse los ecologistas para seguir avanzando?

Bruno Bernard: Debemos seguir con nuestro proyecto y no cesar en el empeño, ya que la ecología está ganando popularidad. Pero debemos basarnos en dos aspectos esenciales. En primer lugar, mejorar la articulación de la filosofía política que subyace a nuestras ideas. Se trata de restablecer el significado. Todo el mundo siente la necesidad de dar sentido a su vida y a sus acciones, y recrea vínculos con otras personas y el medio ambiente. La ecología es un potente catalizador de estas aspiraciones. Instalar una compostera en un edificio es algo bueno para el medio ambiente, pero, sobre todo, crea vínculos entre las personas que viven en un mismo lugar. El segundo elemento consiste en dejar claro que la ecología es un modelo económico alternativo y no simplemente un parche para tapar el problema. La ecología propone un modelo que rompe con las políticas económicas aplicadas en Francia durante los últimos 40 años, tanto por parte de la derecha como de la izquierda.

Léonore Moncond’huy: Nuestro movimiento debe permanecer abierto al resto de la sociedad. El partido Verde aún no ha reunido a muchas de las personas a las que les gustaría que la ecología asumiera el poder. Debemos continuar nuestros esfuerzos de hablar con todo el mundo. Otros desafíos son asegurar a las personas la credibilidad de nuestro programa y mostrarles que la ecología no se limita al medio ambiente. Nuestras soluciones están relacionadas con la economía, el ámbito social y la seguridad. Las comunidades locales que lideran el movimiento demostrarán que los ecologistas pueden desarrollar políticas en todas las áreas, y una gestión diferente, pero responsable, nos dará credibilidad.

Benoit Monange dirige la Fondation de l’Écologie Politique. Es miembro del consejo de administración de la Fundación Europea de los Verdes y del consejo de redacción de Écologie & Politique.

Bruno Bernard es presidente del área metropolitana de Lyon. Anteriormente se encargaba de las elecciones y las relaciones con otros partidos políticos en la junta directiva de Europe Écologie Les Verts.

Léonore Moncond’huy es alcaldesa de Poitiers. Miembro de Europe Écologie Les Verts, fue elegida en 2020 como cabeza de lista del Colectivo Poitiers

More by Benoit Monange