Cataluña es una de las regiones europeas más importantes en términos de identidad lingüística, potencial económico y proyección global (gracias a la su capital, Barcelona). Cataluña tiene poderes legislativos, competencias sobre política o sanidad, pero cuenta con poca capacidad de recaudar impuestos y no puede gestionar su propia política exterior.

Cataluña renegoció en 2005 sus competencias y su relación económica con el Estado. En medio de una gran polémica, Cataluña accedía a un mayor autogobierno. El Estado, algunas comunidades autónomas y el PP, recurrieron gran parte de aquel Estatut, que acabó siendo recortado después de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010.

En este momento, se traza una línea roja: todo aquello que vaya más allá del Status quo legal deviene inconstitucional, independientemente de las mayorías políticas que se den en Cataluña. Esto conduce a una conclusión básica: si la capacidad de hacer acuerdos se ve limitada, debemos de dar voz a la gente, a los ciudadanos.

El derecho a decidir es la formulación teórica del final de una relación fructífera de intercambio y de negociación entre el conjunto de España y Cataluña. Como no esta siendo posible llegar a un ningún otro acuerdo descentralizador, demos voz a la ciudadanía con tal de que pueda decidir cómo quiere relacionarse con el resto de España. Evidentemente, entre las opciones debe darse la opción de que Cataluña sea un Estado independiente, un deseo que, según las encuentas, esta ganando peso entre las preferencias populares.

De cualquier modo, el gobierno de Mariano Rajoy nunca ha querido llegar a pacto: no quiere que los catalanes voten y menosprecia la apuesta por un Estado federal en la que la cuestión catalana pueda ser “solucionada”. En cambio, la opción independentista pasa por ser a día de hoy la única que apuesta por la democracia. La independencia de Cataluña pasa por un proceso constituyente donde los ciudadanos decidan en primer lugar si quieren seguir formando parte de España y que les permitirá, a posteriori, redactar una Constitución y formar parte de la construcción de un nuevo Estado.

Los catalanes no desean ningún trato diferencial, lo que quieren es que sus voces sean escuchadas y que los políticos actúen en concordancia a su opinión. Más de un 80% de los catalanes quieren ser consultados y en torno al 90% aceptaría el resultado de una consulta sobre la independencia.

El Estado español nos engaña con un debate falsamente legalista, cuando próximamente podremos vivir un referendum perfectamente legal al de Escocia. La legalidad ha venido acompañada de la voluntad política del gobierno conservador de Cameron, que se arriesga a perder una parte del territorio del Reino Unido a cambio de ofrecer una imagen de democracia plena. Es evidente que los catalanes quisieran tener la misma oportunidad que los escoceses, pero ni Cataluña es Escocia ni España el Reino Unido.

Ahora bien, la Unión Europea tendrá que reaccionar de manera programática pero profundamente domocrática una vez que el pueblo se exprese en las urnas. Los catalanes, como los escoceses queremos continuar siendo miembros de la UE, que a pesar de sus contradicciones, todavía es un espacio de referencia de libertades y derechos de las personas.

La revolución democrática que plantea Cataluña, con grandes mobilizaciones cívicas de importancia internacional, es un precedente para combatir todas las injusticias globales. La Via Catalana de 2013 o la gran V en las calles de Barcelona son manifestaciones de alcance europeo y proyección global. Una mayoría de ciudadanos han decidido, en Cataluña, que quieren dotarse de las herramientas más adecuadas para poder gobernarse; éstas herramientas son las de un Estado. Un Estado diseñado a través de un proceso constuyente abierto, participativo y plural; con un Estado del Bienestar fuerte y que luche contra el desempleo y las desigualdades.

¿Qué pais europeo tiene delante suya la oportunidad de poner en marcha un proceso democrático apoyado por liberales, democristianos, el centro-izquierda, gran parte del socialismo, el ecosocialismo verde y los comunistas? Es el momento de escuchar la voz de los catalanes para enviar un mensaje al mundo: en Europa resolvemos nuestros conflictos votando.