Durante milenios, el desarrollo humano se ha basado en la invasión progresiva del ámbito natural. Sin embargo, la crisis de biodiversidad de principios del siglo XXI alertó sobre sus límites. Ante la destrucción de ecosistemas vitales, el resilvestrado (proceso por el que se busca devolver un determinado hábitat a su estado salvaje original, rewilding) abrió la vía para restaurar la prosperidad y la productividad del mundo natural.

En el año 2049 recordaremos el 2019 como el punto de inflexión para el continente europeo. Condenada a fracasar en su lucha por detener y revertir la erosión de la biodiversidad antes del 2020, la Unión Europea se encontraba entonces al borde de una verdadera catástrofe medioambiental. Y, a pesar de todo, algunas áreas aisladas en proceso de creciente asilvestrado, ofrecían esperanza a la vez que permitían adivinar los cambios drásticos que ocurrirían en las sociedades europeas y en sus prioridades políticas en las tres últimas décadas.

En 2019, los ecosistemas silvestres en Europa se encontraban en proceso de recuperación, discreta pero triunfante, en buena parte gracias al resilvestrado: programas de conservación mediante los que se restaura un ecosistema reintroduciendo ciertas especies, hasta entonces desaparecidas en dicho ecosistema.

Así, se salvó de la extinción al bisonte europeo, el animal terrestre más grande de Europa, cuya presencia fomenta la biodiversidad. Fue reimplantado en muchas zonas de su área de distribución original, incluyendo el bosque Białowieża en Polonia, las montañas de los Cárpatos en Rumanía y las dunas Kraansvlak de los Países Bajos. Los castores eurasiáticos reintroducidos en el Reino Unido dieron nueva vida a sus hábitats, construyendo presas capaces de aumentar la biodiversidad y contener las inundaciones. Los grandes carnívoros, hasta entonces muy escasos, comenzaron a reaparecer en todo el continente, incluidos el oso pardo, el chacal común y el lobo, que expandieron sus áreas de distribución.

Estos casos, junto con el lince, la cabra montés y una gran variedad de aves en el valle de Côa, Portugal, el oso y el alce errantes del bosque de Kainuu en Finlandia, los fértiles humedales del delta del río Danubio, y muchos otros, confirmaron el potencial de un Europa más natural y salvaje, como la que hoy en día conocemos.

La dramática transformación de nuestros modos de vida acaecida desde 2019, unida a una decidida acción legislativa en pos de la conservación, consolidó estos primeros logros. La transición hacia fuentes de energía renovables y políticas agrícolas sostenibles, así como el abandono del crecimiento económico sin fin redujeron radicalmente la contaminación del aire, la tierra y el agua y contuvieron el impacto del cambio climático. Se liberaron grandes extensiones de tierra rural a medida que cada vez más población se mudaba a zonas urbanas, consiguiendo un tipo de agricultura menos intensiva. La naturaleza recuperó estos espacios de manera espectacular y antiguas parcelas de cultivo se convirtieron en bosques caducifolios o extensos pastizales, incorporándose a la red Natura 2000, protegida por la UE.

La naturaleza recuperó estos espacios de manera espectacular y antiguas parcelas de cultivo se convirtieron en bosques caducifolios o extensos pastizales

Los estrictos controles sobre pesticidas introducidos después del riesgo inminente de colapso de las poblaciones de insectos que tuvo lugar a principios del siglo XXI permitieron el retorno masivo de estas, así como el de las cadenas alimentarias y el de las cruciales ventajas para el ecosistema que fomentan. Desde las cordilleras hasta los viejos bosques, los hábitats se regeneraron gracias a a su estatus protegido y hoy en día rebosan de flora y de fauna. Los ríos fluyen libres y puros, repletos de vida acuática. Respecto de los mares, las estrictas restricciones a la pesca llevaron a la recuperación de las poblaciones marinas, que ahora sustentan a las focas, delfines y ballenas tan abundantes ahora en las aguas europeas.

Los pueblos y ciudades en que se concentra la gran mayoría de la población europea son también más salvajes hoy que en 2019. La urbanización inteligente y la gestión sostenible de los recursos y de los servicios naturales han servido para crear espacios urbanos en los que conviven ciudadanos y naturaleza, en beneficio mutuo.

A falta de solo un año, la Unión Europea tiene visos de lograr sus objetivos para 2050, fijados a principios de siglo para proteger y preservar la biodiversidad en Europa, así como sus servicios ecosistémicos. Hace 30 años, en medio de una crisis de biodiversidad galopante, una situación semejante se antojaba inalcanzable.

El antropoceno

Volviendo a 2019, suenan señales de alarma en todo el mundo. El planeta está en plena fase de extinción con una pérdida de vida sin precedentes desde el fin de los dinosaurios. Al ritmo actual, miles de especies se pierden cada año. Un importante informe del WWF (World Wildlife Fund) estimó que el 60 por ciento de las poblaciones de animales han desaparecido desde 1970. [1]

Esta pavorosa aniquilación de vida ha sido denominada el Antropoceno. Corresponde a la humanidad, a sus prácticas de consumo creciente y sobre-explotación de energía, tierra y agua, la inequívoca culpa de provocar el sexto evento de extinción planetario. Esta hazaña puede compararse al advenimiento de la edad de hielo, las erupciones volcánicas y los impactos de meteoritos que fueron, a su vez, responsables de las cinco extinciones masivas anteriores sufridas por la Tierra. Tal es la influencia de nuestra especie que solo una cuarta parte de la superficie terráquea queda libre del impacto humano, proporción que se calcula quedará reducida a solo una décima para 2050. [2]

La situación en Europa no es menos grave. Los informes sobre la salud de los ecosistemas europeos utilizan frases tales como “olvido de la biodiversidad” y “Armagedón ecológico” para describir la pérdida de vida salvaje en el continente. Los estudios que estiman que las aves en tierras de cultivo han disminuido en un 56 por ciento [3] y los insectos voladores en un 76 por ciento ilustran algunas de las muchas pérdidas sintomáticas de la degradación actual de los ecosistemas. [4]

The collapse of bird populations in Europe

La crisis de la biodiversidad amenaza nuestra propio modo de vida. Muchos pueden prescindir de la naturaleza en la vida cotidiana moderna, pero lo cierto es que la humanidad depende de los procesos naturales para la producción de alimentos y el suministro de agua y, por lo tanto, para su salud y prosperidad. Los insectos juegan un papel central en multitud de estos procesos: en el ciclo nutricional, como fuente de alimento para otros animales y como polinizadores. Su importancia es inmensa y sin ellos el sistema se derrumbaría. La catástrofe que representa la pérdida de biodiversidad es tan grave como la crisis del cambio climático. Ambas están tan estrechamente relacionadas que los informes de las Naciones Unidas instan a que se las considere con el mismo nivel de gravedad.

La llamada de la naturaleza

El resilvestrado es una propuesta de solución no solo para detener, sino para conseguir revertir la destrucción insostenible de la naturaleza. Como estrategia de conservación atrae cada vez mayor atención internacional y, por su puesto, polémica.

Un aspecto esencial del resilvestrado es que los animales reintroducidos constituyen especies clave. El efecto de estas especies en su ecosistema es más que proporcional y son cruciales para la salud de las comunidades de vida donde habitan. A falta de ellas, se pierde un delicado equilibrio y la perturbación repercute en todo el ecosistema.

Illustration of a smartphone with Twitter open in a cage

El ejemplo clásico de una especie clave en resilvestrado es el lobo gris del Parque Nacional Yellowstone en los Estados Unidos. Erradicada en la década de 1930, la especie fue reintroducida en la década de 1970. Al regresar, los lobos provocaron una cascada ecológica. Rápidamente devoraron el exceso de ciervos, cuyas poblaciones se habían multiplicado fuera de todo control. Al disminuir el número de ciervos y con la mayor movilidad de los individuos restantes por temor al depredador reintroducido, se recuperaron zonas sometidas a un pasto excesivo. Regresaron árboles y arbustos que, a su vez, dieron lugar a nuevas poblaciones de castores, cuyas emblemáticas presas cambiaron el curso de los ríos y crearon nuevos hábitats para aves, peces y otros animales salvajes. El lobo también frenó a su rival, el coyote, permitiendo el crecimiento de poblaciones de osos y aves rapaces.

El éxito de los lobos de Yellowstone demuestra la importancia de tales especies para un ecosistema y lo que sin ellas se pierde. Existen planes de resilvestrado en toda Europa, desde proyectos locales a pequeña escala hasta ambiciosas iniciativas transnacionales como Rewilding Europe. Los resultados son prometedores y, en algunos casos, las especies han retornado prácticamente sin ayuda. Tal es el caso del lobo: se estima que el número de lobos europeos es ya de 12 000. Este depredador vértice resurge en toda Europa y ya puede avistarse en países donde hacía siglos que había desaparecido, como Bélgica y Dinamarca. [5]

Corazones y mentes, dientes y garras

Los avances conseguidos con los planes actuales de resilvestrado subrayan el potencial de esa visión de Europa en 2049, pero como con todos los problemas complejos, las soluciones nunca son simples. Sus defensores no se ponen de acuerdo sobre lo que constituye exactamente el resilvestrado: ¿cuán “salvaje” puede llegar a ser? ¿Qué niveles de intervención y gestión humanas son aceptables?

Estas cuestiones son fundamentales respecto a la controversia que rodea la reserva Oostvaardersplassen, en los Países Bajos. Este humedal artificial al este de Ámsterdam fue creado en 1968 en tierras ganada al mar. Con objeto de imitar los hábitos de alimentación de herbívoros desaparecidos desde hacía mucho, se liberaron ciervos, caballos y ganado en el área. A falta de depredadores naturales, las poblaciones crecieron hasta el punto de destrucción. Tras el duro invierno de 2018, miles de animales fueron abatidos por las autoridades neerlandesas para evitar que muriesen de hambre, provocando la furia de los militantes de los derechos de los animales.

En una época de predicciones cataclísmicas, el resilvestrado ofrece un rayo de esperanza en un sombrío horizonte para el futuro de la biodiversidad en Europa y en el mundo entero.

Además, el resurgimiento de los grandes carnívoros en Europa también ha reavivado conflictos ancestrales con los humanos. Dichos conflictos seculares están presentes en el ADN cultural de la humanidad y su manifestación hoy en día suele ser una consecuencia de la pérdida de ganado. Protegidos por la Directiva europea Hábitats, los lobos han sido objeto de la cólera de parte de los agricultores de toda Europa. Ha habido peticiones para que se relaje la legislación para permitir el sacrificio controlado, y en algunos casos, grupos de civiles han abatido lobos ilegalmente.

A una agitación similar llevó la re introducción de una pareja de osos en el Pirineo francés, acompañada de amenazas de “reabrir la caza al oso”. Otras especies también están en el punto de mira. Así, los castores en Escocia, que los propietarios de tierras atacan por el impacto drástico que los grandes roedores tienen sobre el entorno local.

A pesar de estas pugnas, el entusiasmo del público por el resilvestrado es alto generalmente y ya existen varios proyectos liderados por grupos comunitarios, propietarios de tierras y organizaciones privadas. Sin embargo, persiste la disparidad de opiniones entre las zonas rurales y urbanas, y no pueden olvidarse las objeciones de las comunidades más cercanas a las iniciativas. Medidas preventivas como el cercado eléctrico y la indemnización por la pérdida de ganado son posibles soluciones a estas objeciones. Con educación se puede disipar el temor a ataques de depredadores, mientras que los beneficios tangibles que aportan los servicios ecosistémicos unidos al ecoturismo pueden persuadir a la población local para que trabajen en pos y no en contra de la naturaleza.

¿Fantasía ingenua o realidad optimista?

Las especies clave del resilvestrado resultan tan atractivas como controvertidas. Son animales grandes, visibles y, desgraciadamente, exóticos. La creencia de que la simple introducción de unos cuantos osos, bisontes u otros animales curará milagrosamente un ecosistema de todos sus males constituye una simplificación excesiva y corre el riesgo de convertir el resilvestrado en una mera expresión de moda.

Y sin embargo estos animales son como iconos, reductos de un mundo natural del que nos hemos desconectado, y cuyo regreso mediante el resilvestrado apunta a la reactivación de algo más grande que hemos perdido. Estas especies e incluso el término en sí evocan imágenes de grandes extensiones ondulantes, pero los principios del resilvestrado también pueden aplicarse a menor escala. Deshacerse de los pesticidas y desterilizar pueblos y ciudades haría que las áreas urbanas fueran más hospitalarias para la naturaleza, beneficiando así no solo a la vida silvestre, sino también a los residentes: múltiples estudios demuestran los efectos positivos en el bienestar mental y físico humano aportados por la reconexión con la naturaleza.

En una época de predicciones cataclísmicas, el resilvestrado ofrece un rayo de esperanza en un sombrío horizonte para el futuro de la biodiversidad en Europa y en el mundo entero. Y, sin embargo, los encargados de formular políticas a nivel nacional, regional y mundial van a la zaga de la sociedad civil y de los medios de comunicación en este empeño, reacios a sacrificar el crecimiento económico a corto plazo para hacer frente a la crisis. Los gobiernos de todo el mundo están incumpliendo los objetivos de biodiversidad para el años 2020 establecidos por la ONU en Aichi, Japón, en 2010. Más cerca de nosotros, los países de la UE tienen ahora una rara oportunidad de coordinar estrategias de conservación a escala continental. La red Natura 2000 de áreas protegidas, que cubre más del 18% de la superficie terrestre de la UE, ya es un paso en la dirección adecuada. [6] Pero con el 45 por ciento de las tierras de la UE dedicadas a la agricultura, la lentitud con que avanza la legislación para prohibir pesticidas tóxicos y la continua sobrepesca en aguas europeas, aún queda mucho por hacer si la UE quiere alcanzar los objetivos de biodiversidad 2020, y aún más si pretende realizar su visión a largo plazo de restauración de la biodiversidad para 2050. [7] La conservación es a menudo la hermana pobre en la política nacional. En 2018 Nicolas Hulot atribuyó en parte su dimisión sorpresa, radiodifundida en vivo, como ministro francés del Medio Ambiente, a la falta de progreso en la mejora de la biodiversidad, lamentando en particular la falta de apoyos para la protección del lobo y la reintroducción del oso.

Es precisa una transformación social a todos los niveles para garantizar la supervivencia de todas las especies de este planeta, incluida la nuestra. Dicha transformación requiere que la percepción  humana de la naturaleza pase de la explotación a la convivencia y el valor de esta se mida más allá del rendimiento económico. El resilvestrado puede convertirse en parte integral de este cambio, con su promesa de una Europa que en 2049 será más saludable, biológicamente más diversa y decididamente más salvaje.

Footnotes

[1] WWF (2018). Living Planet Report – 2018: Aiming Higher. M. Grooten and R.E.A. Almond (Eds). Gland, Switzerland: WWF.
[2] Ibid.
[3] Maaike de Jong (November 2017). Latest update of European wild bird indicators confirms continued decline of farmland birds. European Birds Census Council. Available at <bit.ly/2Da55zq>.
[4] Caspar A. Hallmann et al. (2017). More than 75 percent decline over 27 years in total flying insect biomass in protected areas. PLoS ONE, 12(10).  e0185809.
[5] Guillaume Chapron et al. (2014). Recovery of large carnivores in Europe’s modern human-dominated landscapes. Science. 346(6216), pp. 1517-1519.
[6] European Commission (2019). Natura 2000.  Available at: <bit.ly/1i2vgXI>.
[7] Patrick Barkham (March 2018). Europe faces ‘biodiversity oblivion’ after collapse in French birds, experts warn. The Guardian.

2049: Open Future
2049: Open Future

The politics of tomorrow start with the politics of today. Beyond any one theme, this collection of essays, stories, and interviews, complemented by infographics and amazing illustrations, looks forward to imagine the Europe(s) to be in 2049.

Order your copy