La gran novedad de las elecciones municipales de Mayo 2015 en España han sido las llamadas candidaturas de “confluencia ciudadana” surgidas a raíz de la iniciativa “Guanyem” en Barcelona. Se trata de un fenómeno que se ha replicado en todo el país y en el que la ciudadanía se ha organizando para acceder al poder institucional municipal, principalmente en torno al eje de “regeneración democrática”. Los protagonistas son personas (afiliadas a partidos políticos o no, activistas sociales y locales, personas sin adscripción que no militan ni participan en ninguna organización, con o sin ideología política) que han puesto en marcha procesos de construcción de instrumentos de participación política, pero con los partidos políticos en segundo plano.

Estos movimientos surgidos por toda la geografía son hijos del momento de hartazgo político que se vive en España. La indignación empieza a transformarse en acción con el 15M. El empoderamiento ciudadano ha permitido que desde 2011 muchas personas canalicen su activismo social en movimientos ciudadanos de todo tipo (contra los desahucios, por un nuevo modelo energético, por una democracia real…), pero también en nuevos partidos políticos que apuestan por nuevas formas de hacer política (EQUO a partir del 2011 y sobre todo a partir de las elecciones europeas del 2015 Podemos que supo canalizar la hegemonía cultural del 15M[1]).

En estos años cada vez más gente ha entendido que la acción y transformación desde abajo son imprescindibles para el cambio. De la misma manera, la negligencia e incompetencia de los poderes públicos ante la urgencia democrática, social y ecológica (así como su connivencia con el poder económico) ha ido demostrando que la presencia en política es igualmente irrenunciable. Es decir, necesitamos tener un pie en la calle y otro en las instituciones. Lo innovador de estos movimientos de participación política es que surgen como espacios de confluencia entre el activismo social y local y el activismo político.

En todos ellos podemos identificar una serie de aspectos comunes que vertebran todas las iniciativas ciudadanas de confluencia y que es donde radica la innovación de los procesos. En particular:

  • Estos movimientos socio-políticos, surgidos a nivel local, buscan recuperar el protagonismo de la política local y cambiarla profundamente. Las políticas locales llevadas a cabo en España se han caracterizado por inversiones millonarias en proyectos insostenibles y de poco o nulo valor social, poniendo el acento en los intereses económicos y no en sus habitantes. El deseo de recuperar la política para las personas, de hacer frente a las políticas de austeridad y recortes, construir municipios sostenibles y democratizar las instituciones locales son los puntos en común que unen —en mayor o menor medida— a personas de diferentes procedencias y experiencias personales, sociales o políticas. El objetivo: “ganar” los ayuntamientos para impactar en la vida de las personas.
  • Han integrado las exigencias de regeneración democrática que la sociedad está reclamando. La distancia entre la clase política y la ciudadanía, el secuestro del interés general en nombre del beneficio de unos pocos y los escándalos de corrupción son los elementos que se quieren desterrar en las “nuevas formas de hacer política”. La exigencia de una mayor participación ciudadana y una democratización de la toma de decisiones y del funcionamiento interno de los partidos políticos se ha traducido en una organización horizontal donde las decisiones se toman de forma asamblearia y la delegación de responsabilidades se asienta en estrictos procesos de rendición de cuentas. Las listas electorales se han configurado a través de primarias abiertas a la ciudadanía y la paridad y las listas cremallera han sido cuestiones irrenunciables. Las personas candidatas han firmado códigos éticos que incluyen aspectos referentes al control ciudadano, el cumplimiento del programa, la regulación de ingresos, contrataciones de cargos técnicos o la actividad en plenos.

 

En este punto hay que destacar el papel que EQUO ha jugado en la construcción de estos movimientos, estando presente prácticamente en todas las confluencias. Desde el primer momento la masa social de EQUO ha apostado por este modelo de participación, precisamente por representar parte de la esencia verde de democracia participativa y de apuesta por el municipalismo[2]. Por un lado, hemos aportado nuestra experiencia práctica en cuestiones de democracia interna (organización de primarias, procesos de rendición de cuentas, etc.). Por otro, y aunque en bastantes casos no era la preocupación inicial de muchas candidaturas de confluencias, ni el eje central de confluencia, hemos incluido la ecología política en los programas electorales locales, a través de cuestiones claves para los verdes como un urbanismo sostenible, la eficiencia y la autosuficiencia energética y alimentaria de los municipios, movilidad sostenible o la abolición del maltrato animal.

Es difícil hacer un cálculo exacto del número de candidaturas ciudadanas que se han presentado en las elecciones, pero llegarán a varios cientos en todo el país[3]. La heterogeneidad formal es la norma y hay aspectos que varían enormemente de un municipio a otro: la forma jurídica, los partidos políticos implicados, los mecanismos y metodologías de participación y organización, el grado de apoyo y participación de la ciudadanía no politizada, el impacto mediático, etc. Hay varias razones que impiden hacer un prototipo formal de:

  • Las grandes diferencias sociales y sociológicas de los municipios en los que han surgido (desde Madrid y Barcelona a pequeños pueblos de áreas rurales, pasando por capitales de provincia de todo tamaño)
  • La diversidad de perfiles que han participado en su composición: partidos, asociaciones locales, movimientos sociales, plataformas de todo tipo, colectivos, personas sin adscripción, etc.
  • Las características del tejido político, asociativo y activista de cada lugar, lo que incluye el grado de colaboración y entendimiento previo entre los diferentes actores, asi como la existencia de partidos políticos ya fuertes y de una una sociedad civil más o menos organizada y activa.
  • La existencia de conflictos socio-ecológicos previos y arraigados en el territorio local.
  • La participación política al margen los partidos políticos es muy restringida en el sistema político español, por lo que los partidos han tenido cierto protagonismo en la confluencia, aportando experiencia y estructura. Esto ha hecho que en algunos casos se hayan mezclado estrategias de política nacional/autonómica a la hora de configurar las candidaturas.

 

Estos factores en diferentes combinaciones e intensidades han condicionado los procesos y el propio resultado, fracasando en muchos casos la confluencia al no lograr integrar a todos los agentes de transformación locales. Sin embargo, y con independencia del resultado individual, el fenómeno ha popularizado e impulsado una nueva forma de entender las alianzas políticas en torno a “causas comunes” y no a “casas comunes”. La colaboración, el trabajo en red y la diversidad son los elementos de esta nueva política que tiene sus propios referentes. Es muy significativo que las candidaturas de confluencia de Barcelona y Madrid estén encabezadas por dos mujeres, Ada Colau y Manuela Carmena, sin militancia en ningún partido y con una larga trayectoria de defensa de los derechos desde el activismo y la carrera judicial respectivamente.

Los resultados electorales del 24 de Mayo han respaldado mayoritariamente estas candidaturas de confluencia municipalistas:

  • En lugares donde se había trabajado de manera abierta y colaborativa desde (o con) los colectivos y movimientos sociales y donde la candidatura incluía a todos los partidos políticos afines a la confluencia, los resultados han sido espectaculares, siendo la lista más votada (Barcelona, A Coruña, Santiago de Compostela) o teniendo opciones claras de gobierno (Madrid, Zaragoza).
  • En general, estas listas han tenido muy buenos resultados y en muchas de las capitales de provincia contarán con más de un concejal, siendo llave de gobierno o reconfigurando el equilibrio de poder municipal.
  • Podemos, quién no se presentaba como tal en las elecciones municipales (y apoyaba en la mayoría de los casos las confluencias), obtiene buenos resultados con su marca propia en las elecciones autonómicas pero no consigue su apuesta de superar al partido socialista y de ser la principal fuerza de oposición del PP. Es más, las candidaturas de confluencia potentes han recibido muchos más votos que Podemos. Por ejemplo, “Ahora Madrid” ha tenido 519.210 votos mientras que Podemos ha conseguido en las urnas autonómicas de los colegios de la capital 286.973 votos. La estrategia hegemómica basada en el filósofo Laclau ha mostrado claramente sus primeros límites[4].
  • De este modo, las candidaturas de confluencia han puesto de relieve que la eficiencia instrumental, la retórica guerrera y la estrategia hegemónica (y homogeneizadora) planteada por Podemos como “máquina de guerra electoral” no son las únicas alternativas al poder institucional actual. La alternativa social y política puede tener como bandera la cooperación, la empatía, la heterogeneidad y la generosidad. De hecho, ante el concepto de “unidad popular”, el concepto europeo de “unidad en la diversidad” (utilizado por ejemplo por Manuela Carmena en Madrid), de desbordamiento[5] (dejando un papel importante a la autonomía e inteligencia colectiva) o de cooperativa política[6] recogen mayor fuerza teórica y práctica de cara a las elecciones generales.
  • El bipartidismo español está cada vez más herido aunque no muerto. Pero pase lo que pase el nuevo ciclo político será mucho más diverso y plural, lo que significa a su vez una mayor dificultad para formar gobiernos y una mayor inestabilidad institucional.
  • Por último, EQUO ha obtenido excelentes resultados consiguiendo más de 100 concejalías, 16 de ellas en capitales de provincia, la mayor parte de ellas dentro de listas de confluencia, coaliciones o alianzas electorales.

 

Ahora queda por ver también como será la gestión política de la confluencia una vez en las instituciones, si se cumplen y de que manera los compromisos éticos, la transparencia o la rendición de cuentas. Será muy importante también tener en cuenta como articulan su relación con la ciudadanía en cuanto a consultas y democracia participativa. Será también fundamental ver cómo ponen en práctica las propuestas básicas de la ecología política, más allá de su integración formal en los programas.

En un plano más general, y a lo largo de 2015 veremos hasta que punto esta nueva forma de hacer política cala en las organizaciones, los discursos y en las formas. Será interesante ver si se mantiene el nivel de interés y participación en la política local y si estos movimientos han servido de empuje a la organización y empoderamiento de la sociedad civil en aquellos lugares donde se han conseguido construir una lista ciudadana. Y por supuesto, parte del interés será en ver si más allá de las luchas locales, estas candidaturas serán capaces de tejer red entre ellas[7] y además de actuar local, también pensar, actuar y cambiar lo global.

 

 

[1]    Véase “Podemos: analysis of a mass political phenomenon” (Marcellesi, 2015)

[2]    Sin duda, el municipalismo libertario y la ecología social de Murray Bookchin influyen el imaginario ecologista.

[3]    Aquí se encuentra un mapa orientativo (y cambiante) de las candidaturas municipalistas en España.

[4]    Véase Marcellesi, F. (2015): “Podemos: analysis of a mass political phenomenon”, disponible en.

[5]    Más sobre el concepto de desbordamiento.

[6]    Más sobre el concepto de cooperativa política.

[7]   La iniciativa de Barcelona en Comú (inicialmente Guanyem) ha lanzado un repertorio de candidaturas para la “Revolución Democrática” que reconocen como hermanas.