La pandemia de la COVID-19 es la última de una serie de crisis a las que se ha enfrentado España en los últimos años, dejando al país debilitado y a muchas personas preocupadas por su futuro. Con las elecciones en el horizonte, la diputada Inés Sabanés explica cómo una visión verde integral puede transformar todos los aspectos de la sociedad, y por qué Europa tiene el potencial de ayudar a España a superar muchas de sus dificultades.

Green European Journal: ¿Desde la perspectiva de Verdes Equo, ¿cuáles son los temas clave de la política española en 2021? ¿Cómo los aborda Equo?

Inés Sabanés: Yo creo que efectivamente la pandemia ha marcado las prioridades a nivel tanto español como europeo. Pero yo destacaría tres cuestiones esenciales que en nuestro país han estado muy presentes en las elecciones de Madrid y están muy presentes en nuestra política cotidiana.

Una de ellas es la recuperación económica y social: la salida de la crisis provocada por la pandemia, asociada también a la emergencia climática. En este punto hay un tema muy importante que es la distribución, la ordenación y los proyectos referidos a los fondos europeos, que tienen que servir para que la salida de la crisis sea con un cambio de modelo, profundo y estructural en nuestro país; para que España deje de ser un país al que le afecten tanto las crisis -nuestra economía sufre mucho cuando el turismo se resiente-, y para que lleguemos a ser un país con un modelo más solido, productivo y sostenible.

El segundo tema que preocupa en nuestro país es el avance de la ultraderecha. Anticipar las elecciones ha sido un profundo error y la falta de acuerdo entre los partidos que componían el gobierno ha provocado un aumento del numero de diputados de extrema derecha. Además, en nuestro país pasa algo que no suele ocurrir en Europa: los que dicen ser liberales, Ciudadanos, o los de la derecha más convencional, el Partido Popular, gobiernan sin complejos con la extrema derecha. Es un elemento de gran preocupación en nuestro país.

El tercer elemento es la cuestión territorial: los conflictos territoriales, que ahora mismo se centran sobre todo en el tema de Cataluña, pero que siempre han sido una constante en nuestro país no acabamos de concretar un modelo territorial que necesita diálogo, apertura, una visión más abierta, más vinculada a Europa. Esos son los grandes temas, diría yo.

¿Qué papel juegan la ecología y la agenda verde en la política española? En muchos países, los partidos de todo el espectro político están cada vez más atentos a las cuestiones verdes y proponen soluciones en consonancia con su visión política más amplia. ¿Es también el caso de España?

En España ha habido demostraciones prácticas muy claras y experiencias a nivel local, municipal, que han conectado mucho la preocupación general por el medio ambiente con la salud de la ciudadanía y que se han reflejado en proyectos de mucho impacto. Yo fui concejala de Medio Ambiente y Movilidad en el Ayuntamiento de Madrid, donde logramos un impacto enorme y que se abriera un debate nacional sobre el tema de las zonas de bajas emisiones, de lucha contra la contaminación. Eso se convirtió en un referente positivo que luego se ha ido amplificando a otras administraciones y otros espacios con cuestiones muy vinculadas a la vida cotidiana, a la salud de la gente, etc. ¿Qué ha pasado a partir de ahí? Pues que los partidos como Más Madrid y Más País, en coalición con Verdes Equo, crecen en importancia y en su impacto en la gente. Y que los partidos convencionales, tanto el PSOE como los partidos poscomunistas, concretamente Podemos, más vinculados a esa izquierda convencional, también defienden y se disputan el espacio verde. Pero para nosotros hay una cuestión esencial que nos separa y es que el espacio verde no es una parte sectorial de un programa sino que es una cuestión estructurante de cambio de vida y de modelo que afecta a todas las políticas. Y por eso hay una diferencia sustancial. Todo el mundo quiere ser verde, pero ser verde no es una cuestión sectorial, de aplicar una política pública en un momento determinado. Sino que es una cuestión que atraviesa el modelo de vida, el modelo productivo, la jornada laboral, el horario, los cuidados, la lucha por los derechos, etc. Y está jugando ahora mismo un papel importante que creo que va a ser creciente, además.

¿Qué importancia tiene la dimensión europea en la configuración de las políticas públicas en España?

Salvo excepciones, las políticas europeas en España tienen un gran impacto. Y la gente tiene muchísima confianza en ellas porque, ante la incertidumbre de los asuntos que no se acaban de regular por la insuficiente ambición en el país, confían en que la influencia europea nos sirva para avanzar . En mi criterio, salvo excepciones, España es un país muy proeuropeo y en el que las políticas europeas tienen mucho peso, en el sentido de que creemos que el impulso de la política y las directivas europeas de los fondos son, en este momento, una parte central de la política de nuestro país para los cambios que en diez años, a más tardar, tendremos que hacer. No solo para mejorar situaciones puntuales, sino para cambiar nuestro modelo de crecimiento, de desarrollo, nuestro modelo productivo, nuestra apuesta por la investigación, por el empleo verde, para que el cambio nos genere más oportunidades en el empleo, la prevención y los cuidados.

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¿Qué lugar ocupa España en el panorama político europeo?

Hay una doble dimensión. A nosotros nos importa mucho Europa, estamos siempre muy influenciados por ella y la buscamos como parte de orientación y solución a nuestros problemas. Pero por otro lado, España es también un referente para Europa en varias cuestiones importantes: movimientos como el 15M de los Indignados que surgieron en España tuvieron, por ejemplo, gran influencia en las movilizaciones por la democracia. Luego, a raíz de eso o de forma paralela, creció mucho el movimiento feminista en España con la incorporación de muchas jóvenes y con la fusión de un feminismo más convencional, de luchas más convencionales, y nuevas gentes. Eso creo que ha sido una referencia. Creo que España hace una apuesta muy clara por la Unión Europea. Y eso nos da una posibilidad de influencia.

¿Han contribuido el Pacto Verde Europeo y los fondos de recuperación a situar los problemas verdes y ecológicos en el centro del escenario político español, o al menos más que antes? ¿Cómo considera Equo estas propuestas para España?

Digamos que es una situación que ya se entendía: ya se debatía sobre el agotamiento y las pocas oportunidades de nuestro modelo productivo, sobre el hecho de que la gente joven ha tenido que migrar, en su mayoría a otros países, por falta de oportunidades. Y la pandemia realmente ha reforzado, y mucho, la mirada hacia el Pacto Verde Europeo y los fondos europeos. Pero es posible que haya ciertas empresas y sectores, como las grandes corporaciones y las compañías energéticas, que lo sigan viendo como un aprovechamiento, con una voluntad de cambio muy relativo. Pero creo que la mayoría ya está viendo el horizonte de cambio. Es nuestra oportunidad. A nosotros nos afecta en positivo. Y eso se ha visto en las elecciones recientes de Madrid, donde un mensaje claro, de la vida diaria, de lo que nos afecta, de la salud mental, del horario laboral, todo lo que conecta con un cambio de modelo con las políticas verdes, se ha visto recompensado con un buen resultado. Y a nosotros como Verdes Equo nos refuerza; es como recoger lo que hemos sembrado durante diez años, sin estar en ninguna agenda política y, finalmente, ahora tenemos la oportunidad de estar en el primer nivel de la escena política.

¿En qué medida la cuestión climática y el reto de la transición verde afectan a España? ¿Cuáles son los problemas ecológicos más acuciantes en España?

España está enormemente afectada por los riesgos climáticos, especialmente en las zonas costeras del Mediterráneo, como se ha visto en los episodios que hemos vivido en los últimos tiempos.

Esta situación está generando un debate muy importante. Y eso ya se vincula en la vida cotidiana con la alimentación. Por ejempo, un debate que en nuestro país no había sido demasiado significativo sobre la alimentación saludable vinculada a la agricultura y la producción de cercanía, ya está sobre la mesa.

Ahora mismo, en la ecología política, con la situación de cambio climático y los efectos y la fragilidad que se ha hecho patentes durante la pandemia, todos los elementos que componen y que relacionan la ecología política, no en abstracto, sino en lo cotidiano, ya se vinculan mucho a países y colectivos vulnerables en todas las facetas. Y eso es un avance muy importante. Creo que estamos creciendo por algo, y que los Verdes tenemos una gran oportunidad en nuestro país gracias a la identificación de las temáticas ecologistas con la vida cotidiana.

En Madrid, en los barrios del sur puede haber una diferencia de temperatura de hasta 8ºC respecto a otros barrios. La gente entiende que la rehabilitación de viviendas y la eficiencia energética no es algo abstracto para personas de cierto nivel económico, sino que afecta también a los sectores más vulnerables, al igual que la pobreza energética.

¿Qué nivel de la política será más importante para los Verdes en los próximos años? ¿El nacional, el local o el europeo?

Hemos vivido un ciclo muy alocado. Estamos en campaña electoral permanente. Nosotros tenemos la vista puesta en 2023 y 2024, cuando posiblemente concurrirán elecciones locales, autonómicas, y nacionales, y poco después, en 2024, tendrán lugar las europeas. Ahora mismo, por circunstancias diferentes, todas ellas son muy importantes para nuestro país. Las locales porque es donde puedes poner en práctica cuestiones que la gente ve en su vida diaria: cambiamos la movilidad de la ciudad, por ejemplo, y eso la gente lo ve en su día a día. Las autonómicas por los temas de educación o de sanidad: nosotros tenemos una gran pelea por la sanidad pública que hemos mantenido durante mucho tiempo, con las vacunas por ejemplo. Hay ahí un espacio muy importante. Y luego, a nivel nacional y europeo, están los grandes temas como el desarrollo del modelo territorial de nuestro país y nuestro vínculo con Europa. Yo tengo una mirada como de continuidad. Pero el ciclo que viene es de una gran importancia. Nosotros hemos obtenido un 17% de votos en la Comunidad de Madrid y eso, de cara al futuro, significa que hay un espacio diferenciado para las políticas verdes en nuestro país. Diferenciado de la socialdemocracia y del poscomunismo, de la izquierda más arraigada, por decirlo de alguna manera. Pero nosotros creemos que no es buena ni la confusión ni la fusión de esos espacios. Es decir, el cambio que nuestro país necesita, requiere que en todos los espacios electorales, hasta llegar al europeo, tengamos claro que el espacio verde como ha existido en Madrid, es real, conecta con muchos cambios imprescindibles en nuestro país y conecta con una visión no sectorial sino holística. Y nosotros pelearemos por ello, desde la fuerza de Madrid porque estamos convencidos de que no podemos volver a cometer el error de juntar todos los espacios y no dejar claro cuáles son nuestros principios fundamentale: preservar el derecho al futuro, cuidar de nuestra vida y de nuestro planeta, y ello asociado a debates clave: la semana laboral de 32 horas, la salud mental, los cuidados, la cooperación. Hemos propuesto un proyecto de cambio y transformación.

¿En qué medida las elecciones en los países vecinos influyen en la política española?

Pues realmente es cuando mayor influencia europea hay en España. Creo que es un efecto de la suma de muchos factores -entre ellos, la gestión de la pandemia- y que tienen como consecuencia que ahora vivamos las elecciones alemanas o francesas como algo que nos relaciona y que además está bien que nos relacione. En ese sentido, a nosotros nos ayuda mucho que la denominada « Ola Verde » se vea también viable en nuestro país, además de como una aspiración que nos coordina e interrelaciona con Europa. Creo que ha habido un cambio muy importante: antes veíamos más a Europa como espacio de protección, con las directivas, normas, fondos y ayudas. Pero ahora hay una relación política más intensa que se traduce en una visión mucho más global. Y a nosotros, como país, nos interesa mucho, por ejemplo, en los temas territoriales que nos está costando resolver. Yo creo que es un momento excepcional en el que esa relación se vive y se conoce y se habla; hay una conversación mucho más fluida entre los diferentes países de la Unión y nosotros.

La Unión Europea se enfrenta hoy a importantes problemas estratégicos, como las tensiones entre EE.UU. y China, el cambio climático y la pandemia. ¿Cómo ve Verdes Equo el lugar de Europa en el mundo?

Nosotros siempre lo hemos visto como una herramienta muy importante para construir paz, convivencia y derechos en todo el mundo. Nosotros creemos que una Unión Europea con fuerte peso a nivel internacional, que juegue un papel efectivo en la defensa de los derechos humanos, con intervenciones decididas en conflictos enquistados, como el de Israel y Palestina o el del Sahara Occidental, con su independencia y experiencia, puede tener un papel fundamental. También se la juega Europa en esto: es cuestión de su credibilidad. Se trata de la Europa de los derechos, de la paz, que debe tener influencia y voz clara en una reserva civilizatoria que nos hace mejores como seres humanos, frente a los conflictos y la migración. Nosotros tenemos Ceuta, Melilla y Lesbos: Europa tiene que levantar la voz para decir alto y claro que no nos podemos permitir la inhumanidad. Europa tiene experiencia en eso, y tiene que hacerla valer.

¿Cuáles son las prioridades de su partido en los próximos años? ¿Cómo determinan las prioridades estratégicas dentro del partido?

Desde luego, para nosotros seguir construyendo este espacio verde, interrelacionado con la gente, con las instituciones y con los partidos verdes es una prioridad. No solo porque nos convenga en nuestro trabajo político, sino porque tenemos la firme convicción de que esa es la gran contradicción del siglo XXI: poner todos los esfuerzos para preservar el futuro del planeta, para luchar contra la emergencia climática, pero teniendo muy claro los graves riesgos que asumimos. Por tanto, construir ese espacio no es solo una cuestión de ambición política, por decirlo de alguna manera, sino de una necesidad muy clara. Ese espacio tiene que aglutinar todas las prioridades del momento y del siglo. Es nuestra responsabilidad para el futuro: no solo está en riesgo el planeta, sino toda nuestra especie. Por eso necesitamos cambios profundos. Esa es nuestra prioridad principal.

Luego, para nosotros es enormemente importante parar la involución de la extrema derecha, que es la involución de los derechos y la negación del cambio climático, arrasando con los grandes consensos existentes a nivel europeo y nacional. Eso nos importa. Estamos ahora en una conferencia política para fortalecer el espacio verde. Esas son, a grandes rasgos, las prioridades.

Esa visión global, esa construcción del espacio verde con la gran contradicción de nuestro siglo debe ir acompañada del día a día, tema a tema, es decir, lo que le importa a la gente: la salud, si tienen plaza o no en el colegio, la sanidad publica, etc. Hay que hacer una combinación estratégica y táctica entre nuestro horizonte de lucha contra el cambio climático, el cambio del modelo productivo, la preservación del futuro y la ecología política, y nuestro día a día, y relacionado con esto, los cuidados, controlar los grandes beneficios para que tengan retorno, el control de las grandes multinacionales (empresas energéticas, farmacéuticas, …) para que la vida cotidiana de la gente se vea reflejada en estos grandes cambios que queremos hacer. En eso nos fue bien, por ejemplo, en la campaña de Madrid. Se hizo muy visible una idea de región, una idea de país, una idea de cambio, de transformación, feminista, verde y eso, luego, se asociaba mucho con lo que estaba pasando en cada hospital, en cada colegio, en cada empleo que perdíamos o con lo que estaba pasando con la contaminación. Las dos cosas se impregnan de tal manera que creo que nos hacen progresar. Ese es nuestro objetivo: no olvidar nunca nuestro día a día, lo que la gente vive y sufre, y consolidar derechos, peleando por propuestas y por todo lo que nos hace vivir mejor, pero con una visión de transformación, con una transición justa. Así estamos trabajando, lo que da una visión muy concreta de adónde vamos.

Un ejemplo: hemos trabajado en España la ley de cambio climático y ahora viene la ley de residuos. Dos temas que nos han preocupado mucho. Nos preocupa también la falta de ambición y los plazos demasiado largos: 2050 está muy lejos mientras que la emergencia es hoy y los cambios tienen que ser ya. Por ello trabajamos mucho para intentar incrementar el nivel de ambición y poner en marcha el despliegue de la ley.

¿La falta de ambición y los tiempos demasiados largos sería un límite que usted ve en la presentación del proyecto España 2050?

Bueno, hay que tener un horizonte. Y está bien tener un horizonte 2050. Pero, en los espacios intermedios, como 2030, y antes de 2030, hay que hacer muchas cosas. Por ejemplo, la ley de cambio climático dice que las zonas de bajas emisiones tendrán que ponerse en marcha en todas las ciudades mayores de 50 000 habitantes en el 2023. Y yo me pregunto: ¿por qué en el 2023 si nos estamos asfixiando incumpliendo normativas europeas? ¿Eso no cuesta más que hacerlo ? El horizonte 2050 para los grandes cambios, las grandes transformaciones en nuestro país, está claro que hay que tenerlo. Pero nosotros creemos que los espacios intermedios son fundamentales. Queremos por ejemplo que en el 2023 se revisen los objetivos de reducción de efectos de gases invernadero y de implantación de renovables, para incrementar justamente la ambición de lo que marcaba la ley. Eso hay que incorporarlo, porque sino se tiene la sensación de que en 2050 puedes decir que vas a hacer muchas cosas, pero 2050 está muy lejos y no tenemos tiempo.