La industria del automóvil está experimentando la mayor disrupción de su historia. El coche vivirá más cambios en los próximos 10 años que en las últimas 10 décadas juntas. Hay varias tendencias que están impulsando esta transformación masiva, acompañada del surgimiento de nuevas empresas y competidores. La industria europea del automóvil necesita con urgencia dar respuesta a estos retos si quiere mantener su éxito.

Europa es la cuna de la industria del automóvil. El primer coche, inventado en Europa hace unos 130 años era un producto selecto y minoritario. Pocos entendieron sus amplias implicaciones, como muestra el comentario chistoso del Kaiser Guillermo II: «El coche es solo un fenómeno temporal. Yo creo en el caballo».

Desde entonces y hasta ahora, Europa ha puesto a rodar el mundo. Los coches y la tecnología europeos se venden y utilizan en todo el mundo. El sector del automóvil ha crecido y prosperado, convirtiéndose en una pieza fundamental de la industria del continente, creando millones de empleos, contribuyendo sustancialmente al PIB, generando valor y apoyando la movilidad de personas y mercancías. Desde todos los puntos de vista, es una historia de éxito económico. Pero, como señala el fundador del gigante tecnológico Intel, Andy Grove, el éxito alimenta la complacencia y la complacencia alimenta el fracaso.

Y el fracaso se avecina. Los escándalos del fraude de las emisiones han dañado seriamente la imagen y las finanzas de la industria. Y lo que es más, han puesto de manifiesto una prepotente indiferencia por la eco-innovación. Hacer trampas en vez de tratar de alcanzar los estándares ecológicos, no es una estrategia sostenible, y la falta de innovación y visión de futuro están poniendo en peligro la industria europea del automóvil.

Tendencias que hacen tambalear al mundo del automóvil

El coche del futuro es sostenible, inteligente y compartido, y cada una de estas características supone nuevos retos pero también nuevos competidores.

El primer reto es el cambio climático. El transporte es responsable aproximadamente del 22% de todas las emisiones en la Unión Europea. Y mientras la UE ha sido capaz de reducir sus emisiones en un 23% desde 1990, las del sector del transporte han crecido un 20% en este periodo. Si se quieren alcanzar los objetivos climáticos, cada sector debe asumir su parte, incluido el automovilístico. Es una cuestión de urgencia climática, pero también un factor de competitividad. Cada vez más países, y también ciudades, están introduciendo regulaciones y horizontes temporales para la prohibición de los motores de combustión y ponen en marcha medidas de promoción de los vehículos eléctricos. El mercado está cambiando irreversiblemente hacia coches más respetuosos con el medio ambiente y si la industria europea no se adapta a estos cambios con suficiente rapidez, saldrá perdiendo.

El segundo elemento es la conducción autónoma. El coche del futuro no es sólo sostenible, sino también inteligente. Equipado con sensores, cámaras y electrónica de alta tecnología, el coche se está convirtiendo en un ordenador sobre ruedas. Los coches conducirán solos, reduciendo las muertes de tráfico, evitando atascos y liberando tiempo. En el futuro, los potenciales compradores de coches posiblemente tendrán más en cuenta los sistemas de entretenimiento a bordo que cualquier otro aspecto.

El primer coche, inventado en Europa hace unos 130 años, era un proyecto selecto y minoritario

Y en último lugar, el coche del futuro estará conectado y será compartido. En vez de ser una solución de transporte aislada y personal, el automóvil será parte de una red de movilidad combinada con el transporte público y la bicicleta. Están surgiendo nuevas plataformas de movilidad y modelos de negocio, con aplicaciones para pedir o compartir coche, que en lugar de vender coches, venden kilómetros.

Los cambios culturales y demográficos también están alimentado esta tendencia. Las personas jóvenes y los habitantes de las ciudades ya no tienen el deseo aspiracional de tener su propio coche, y les preocupan los inconvenientes de tener un coche, el aparcamiento o el coste del seguro. Lo que quieren son soluciones de movilidad instantáneas y a demanda. Por lo tanto los coches compartidos y las empresas de coches con conductor podrían llegar incluso desplazar al coche en propiedad sobre todo en grandes ciudades. Es un sistema de movilidad más eficiente ya que un coche está aparcado de media el 95% del tiempo.

Una nueva competencia

En este contexto de transformaciones, la competencia internacional en el mundo del automóvil está incrementándose, y desafiando, por tanto, la tradicional posición de fuerza de Europa. La estadounidense Tesla es un buen ejemplo. Se ha convertido en líder del mercado de lujo, y está entrando en el mercado de los vehículos eléctricos con modelos más asequibles. Al mismo tiempo, la relación de los fabricantes de coches con los gigantes tecnológicos como Google, Apple y Baidu es cada vez más «parasitaria». Equipan las estructuras básicas del coche con la última tecnología (conducción automática, asistentes de voz, aplicaciones en la nube, ciberprotección etc.) y todo tipo de sistemas de información y entretenimiento, lo que les atribuye una parte cada vez mayor del valor añadido del coche. Por último, hay que tener en cuenta todas las starts-up y proveedores de servicios que han entrado en el mundo del automóvil con nuevos modelos de negocio.

Los objetivos de emisiones de la UE se han suavizado y se ha mirado para otro lado ante el fraude de las emisiones

Europa está inmersa en una guerra de dos frentes. En el oeste, haciendo frente a empresas como Tesla, Google y Uber, que representan, respectivamente,  las tres tendencias que están definiendo el coche del futuro (baterías eléctricas, coche autónomo y nuevos conceptos de movilidad). Mientras en el este, los gigantes tecnológicos chinos, como Baidu y Alibaba están desarrollando coches sin conductor y Didi Chuxing (el Uber chino) está expandiéndose. China lidera tanto el mercado como la industria de la movilidad eléctrica, incrementando muy rápidamente tanto la capacidad de producción como las ventas. Según una investigación de McKinsey, los fabricantes chinos produjeron el 43% de los 873.000 vehículos eléctricos producidos en el mundo en 2016, y posee igualmente la mayor flota eléctrica del mundo.

Además, China, Corea del Sur y Japón son líderes en la tecnología de baterías y dominan este mercado. En particular, China está reforzando su capacidad de producción de baterías para tener una posición estratégica dominante en este sector clave. No teniendo ni una sola fábrica propia de producción de baterías, Europa puede acabar dependiendo de países como China para importarlas, lo que puede ser un problema a medida que China incremente a mayor ritmo su propia producción de vehículos eléctricos.

Europa a la zaga

Es un secreto a voces que Europa se ha dormido en los laureles en lo que se refiere al desarrollo tecnológico. Los coches eléctricos han sido minusvalorados por muchos de los principales fabricantes de coches durante mucho tiempo. Según la Comisión Europea, el mercado chino ofrece hasta 400 tipos diferentes de vehículos eléctricos comparados con los 6  que hay en Europa.

La clase política europea ha sido demasiado complaciente con la industria de la automoción. Los objetivos de emisiones de la UE se han suavizado, la regulación ha dejado vacíos legales y se ha mirado para otro lado ante los escándalos del fraude de las emisiones, mientras se mantenían las ayudas a la industria. Si esto se ha hecho para protegerla y fortalecerla frente a la competencia, el resultado ha sido el contrario. Mantener el statu quo y reducir la ambición en medio de una gran transformación nunca es una estrategia de éxito. Recordemos cuando Apple, con su nuevo smartphone, el iPhone, relevó a Nokia del liderazgo mundial del mercado de la telefonía.

Los fabricantes de coches europeos tienen vasta experiencia, I+D y plantillas altamente cualificadas. Pero necesitan un impulso. La Comisión Europea está trabajando a contrarreloj en una alianza europea para desarrollar una batería eléctrica para vehículos; pero sin embargo esta ambición no se refleja por ejemplo en la propuesta de la Comisión relativa a la reducción emisiones de CO2  para nuevos vehículos: 15% en 2025 y 30% en 2030. Para la industria estos objetivos son excesivamente ambiciosos, y sin embargo muchas ONG los han criticado por no serlo suficientemente.   

El proceso de reinvención del coche está haciendo tambalear los cimientos de la industria europea

Esto, unido al hecho de que muchos estados miembros hayan anunciado una fecha límite para los coches de motor de combustión, puede hacer que algunos países quieran ir más allá de lo propuesto por la Comisión Europea y presentar planes nacionales más ambiciosos, conscientes de que lo que se necesita para gestionar esta gran transformación en el mundo del automóvil es precisamente ambición.

¿Cuál es el camino? Desde luego, no ceder a todas las peticiones la industria del automóvil, sino establecer un diálogo amplio y pragmático. Más allá del foco tradicional en el empleo y la competitividad, el futuro de la industria del automóvil debe tener en cuenta todos los elementos de cambio y sus impactos. Hay que debatir sobre el futuro y hacer que la industria europea sea parte de ese futuro. Por ejemplo, en Baden-Württemberg el gobierno, liderado por los Verdes, ha lanzado una negociación estratégica con fabricantes, industria auxiliar, empresas energéticas, entidades de transporte público, representantes de las ciudades, grupos políticos, el ámbito académico, sindicatos y ONGs ambientalistas, de donde han salido propuestas para que Baden-Wurttemberg pueda mantener el liderazgo en el sector.

Europa fue el lugar de nacimiento del coche, pero el coche ya no es lo que era. El proceso de reinvención del coche está haciendo tambalear los cimientos de la industria europea. Una mezcla de ambición y pragmatismo, idealismo y experiencia de gestión; esa debería ser la fórmula para integrar modelos emergentes y buenas prácticas; formando nuevas alianzas que consigan que la industria europea  del automóvil sea más sostenible y competitiva para el futuro.