La Economía europea está atascada, en estado de ansiedad. De acuerdo con el último Panorama de la Economía Mundial elaborado por el FMI, un gran número de Estados miembros de la UE estará en recesión este año. Se ha incidido demasiado en la austeridad y demasiado poco en la sostenibilidad y el crecimiento. Tampoco ha sido una sorpresa  que Europa haya sido incapaz de abrir un camino hacia la reducción sostenible de la deuda.

Las circunstancias económicas y la sensación de alarma que traen consigo han sido muy útiles para ciertas voces conservadoras. Han tratado de dar la vuelta al debate sobre una de las preguntas fundamentales de la estrategia económica y sobre la que se ha derramado tanta tinta: ¿Europa será capaz de conciliar su competitividad industrial con el cambio hacia una economía baja en emisiones de carbono? Una y otra vez la respuesta a esta pregunta ha sido afirmativa. Para contrarrestar las voces que todavía no quieren aceptar esta perspectiva podemos hacer la pregunta de manera más radical: ¿Europa seguirá siendo competitiva sin una transición hacia las bajas emisiones de carbono? Mi respuesta es “no”.

El Camino a ninguna parte.

La competitividad industrial no se conseguirá tomando el camino de la agenda antirreguladora basada en el dumping social y ambiental. Tampoco crecerá cerrando nuestras fronteras  en nombre de un neoproteccionismo. Al contrario: Europa necesita aprovechar la ocasión para establecer una política industrial ambiciosa que lleve inversiones a una ofensiva de modernización de bajas emisiones, acompañada de la eficiencia energética y de recursos. La Comisión Europea ha reconocido, en su Comunicación sobre Política Industrial del 10 de octubre de 2012, la necesidad de una política de inversiones crecientes en nuevas tecnologías y que otorgue a Europa “un liderazgo competitivo en la nueva revolución industrial”.

Esta será la base para nuestra competitividad industrial y la que levantará a Europa de la postración hacia nuevas metas. Para que esto ocurra, Europa necesita una estrategia de Renacimiento de la Industria en una Europa Sostenible (RISE).

En mi informe para el Parlamento Europeo, titulado “Reindustrializar Europa para promover la Competitividad y la Sostenibilidad”, presentaba un anteproyecto de una estrategia RISE que dará como resultado una renovación industrial con dinamismo económico, confianza y competitividad. Sus fundamentos esenciales son los principios de competencia justa, la internalización de las externalidades y una gobernanza (Ordnungspolitik) con conciencia medioambiental inserta en una economía europea social de mercado y ecológica. Dicha estrategia se basa en unas cuantas bases ineludibles.

La Autopista al Crecimiento.

Primero y ante todo, necesitamos una ofensiva innovadora, eficiente y sostenible para modernizar nuestro tejido industrial y reforzar nuestras fortalezas esenciales. Esto implica invertir en renovables al tiempo que se invierte también en eficiencia energética y en recursos. El Bank of America Merrill Lynch ya ha identificado la eficiencia energética como una de las megatendencias  financieras que se avecinan, mientras que la Comisión Europea ha señalado en su hoja de ruta sobre eficiencia de recursos que los beneficios de dicha eficiencia, solo en la industria alemana, podría suponer hasta un 30% de ahorro en los costes.

En este ámbito se necesitan nuevas energías. Medidas políticas innovadoras para estimular las inversiones en eficiencia podrían incluir la introducción de un sistema de primas para la eficiencia energética, así como la propuesta que ha hecho la Asociación de Ingenieros Alemanes (VDMA) de préstamos para la eco-eficiencia que incluirían un anticipo de los resultados en eficiencia previstos (es decir, un préstamo del 120%) que podría usarse para financiar otras inversiones no relacionadas con la eficiencia y que se devolverían, entre otras vías, mediante los beneficios excedentes de la eficiencia. También sería útil la creación de una exención subvencionada para todas las categorías de eficiencia energética dentro de los Planes de Acción para le Eficiencia de los Estados Miembros, tal como propone un estudio sobre subvenciones estatales encargado por los Verdes.

El ecodiseño legislativo juega también un papel esencial en este ámbito. De acuerdo con consultancy Ecofys, el ecodiseño tiene el potencial de ahorrar, tanto a los consumidores como a las empresas, 90 mil millones de euros al año en 2020, reduciendo las importaciones de gas de Rusia en un 23%. El propio ecodiseño legislativo puede extenderse hasta abarcar la reciclabilidad y la eficiencia de recursos. Las inversiones  público-privadas, como por ejemplo la propuesta industrial SPIRE, que tiene como objetivo la innovación en recursos y eficiencia energética, tienen también una enorme importancia y podrían ayudar a impulsar esta agenda.

En segundo lugar, los líderes europeos deben hacer con nuestro dinero lo que dicen de boquilla, y empezar a invertir en aquellas áreas en las que la competitividad europea puede llenarnos los bolsillos con mayores beneficios, es decir, en I+D+i.  Esto es crucial, porque como indicó el Foro Económico Mundial, la inversión tradicional no traerá ni prosperidad ni crecimiento estable.

Decir, pero poco Hacer.

En la Cumbre Europea del 27 y 28 de junio, los Jefes de Estado y de Gobierno se jactaron de lanzar un nuevo “Plan de Inversión para Europa” que reforzaría a las PYMES y lanzaría la recuperación. Pero dicho plan de inversión es poco más que una cortina de humo  para tratar de ocultar los auténticos recortes que el Consejo de Europa ha impuesto.  Junto con la mayoría del Parlamento Europeo, el Consejo de Europa acordó un marco financiero multianual (MMF) muy poco ambicioso que se mantiene dentro del statu quo económico  actual y que recorta en las áreas estratégicas que acabamos de mencionar. El programa de financiación para PYMES, COSME, se recortó un 20%, mientras que el marco de investigación Horizonte 2020 también recibió un ajuste duro. Mientras tanto, hemorragias de miles de millones como el reactor de fusión ITER continúan disfrutando de una financiación inmaculada.

Una estrategia RISE tendría que ofrecer nuevas e innovadoras maneras de restaurar la confianza de los mercados. Por ejemplo, resucitando el mercado de respaldo para PYMES y promoviendo sociedades de inversión en las que la banca pública invierta en bonos selectivos de la banca privada, ligando dichas inversiones al incremento de los topes de crédito que la banca privada concede a las PYMES. En el contexto de un creciente desapalancamiento de la banca, RISE también podría apoyar la creación de mercados de bonos locales y desarrollar un marco regulatorio europeo para el crowd-funding, con el fin de ayudar a las empresas para que accedan a recursos de financiación alternativos.

En tercer lugar, respecto de los mercados: necesitamos completar el mercado interno y tener una estrategia RISE que empuje nuestro propio mercado interno europeo a fomentar una  innovación impulsada por la demanda y el uso de las nuevas tecnologías. Esto se podría hacer, por ejemplo, mediante la reducción del IVA para bienes especialmente innovadores, privilegiando la contratación pública de productos eficientes, así como promoviendo políticas de normalización. Simultáneamente, una estrategia RISE también tiene que abrirse a los mercados internacionales. El Acuerdo Transatlántico  de Comercio e Inversión (TTIP) juega un papel clave a este respecto, y dicho acuerdo puede dedicarse a avanzar hacia una transición hacia las bajas emisiones reduciendo progresivamente las subvenciones a los combustibles fósiles. Pueden abrirse espacios para las PYMES en las misiones comerciales de la UE, y también exportar a través de ellas la estrategia de eficiencia tecnológica, energética y de recursos que proponemos.

En cuarto lugar, necesitamos conseguir la fuerza laboral y la formación adecuada para la revolución industrial que se avecina. Esto implica hacer que los trabajadores tomen parte en el proceso, expandiendo  la democratización y la innovación en sus puestos de trabajo, pero también asegurando el derecho individual a la formación. También será esencial que aumente el número de estudiantes de ciencias (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas: CTIM) por una parte y, por otra, que cada país establezca objetivos de CTIM mediante la promoción de acuerdos entre las empresas y las universidades. Además, se ha visto que los Estados miembros que han apostado fuerte por la formación han tenido un mercado laboral relativamente robusto durante la crisis.  En este contexto, la Comisión tendría que ayudar a los Estados miembros a introducir medidas en esa dirección. También se debería facilitar el acceso a los microcréditos para emprendedores  jóvenes además del Aval Joven, que puso en marcha para aliviar el empleo juvenil.

Por último, pero no menos importante, necesitamos una estrategia RISE sur que ofrezca un horizonte económico para los países del sur de la UE. Las potencialidades industriales existentes necesitan el impulso de una innovación creciente, de un esfuerzo inteligente de especialización y de una integración comprehensiva de estas economías en la cadena global de puesta en valor.  También podría ser útil un programa de microcréditos financiado por el BEI para que las PYMES mejorasen sus procesos de envíos, y la UE necesita un programa que integre a las economías del sur en el mercado único europeo. Muy a menudo las regiones del sur se resienten de su posición periférica y de la falta de infraestructuras bien interconectadas, desde las redes energéticas hasta las TIC o los ferrocarriles. Esta y otras muchas propuestas englobadas en la estrategia RISE son las que destaqué en mi comparecencia parlamentaria.

Crecer por encima del Resto.

Europa está capeando un temporal económico que está sacudiendo hasta sus mismos cimientos políticos. Es hora de avanzar con resolución hacia el crecimiento (RISE), hacia la transición de bajas emisiones que consiga fortaleza industrial y solidez económica. Nuestros competidores nos pisan los talones. En su segundo Discurso Inaugural del pasado enero, el presidente Obama afirmó que el camino hacia la transición será largo y a veces difícil. Y añadió: “Los Estados Unidos no puede ser víctimas de esta transición: deben liderarla. No podemos ceder a otras naciones la tecnología que impulsará nuevos empleos y nuevas industrias: tenemos que apropiarnos de ese potencial. Así mantendremos nuestra vitalidad económica”. Afortunadamente Europa, ahora mismo, va por delante en esta carrera. No nos durmamos en los laureles ni rebajemos nuestras ambiciones. ¡ARRIBA!

 

(N. del T.: Butikofer termina su artículo con un RISE!, juego de palabras con su propuesta estratégica y el verbo inglés to raise: levantarse, crecer, sobresalir).