‘Tipping Points’ (Puntos de inflexión) fue el título de la Green Academy 2016 organizada por el Instituto de Ecología Política que reunió a académicos, políticos, activistas y expertos de diferentes campos para discutir sobre los bienes comunales, el decrecimiento y la justicia climática, y examinar como interactúan entre sí. Durante el evento, varios oradores se reunieron para discutir sobre los bienes comunales como un reflejo de la política diaria, y como respuesta al fracaso del estado y del mercado, así como sobre su potencial para aprovechar el poder real e impulsar el cambio político.

Una entrevista a socióloga Danijela Dolenec, editora y escritora Hilary Wainwright, director de programas del Instituto de Ecología Política (IPE) Tomislav Tomašević, fundador de la Fundación P2P Michel Bauwens, y profesor emérito en la Universidad Abierta de Reino Unido John Clarke por Vedran Horvat, director gerente del Instituto de Ecología Política en Zagreb.

 

Vedran Horvat: ¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos sobre los bienes comunales y el estado en la actualidad? 

Michel Bauwens: Diría que en la historia europea existen dos visiones rivales sobre el estado. Una es una sociedad centrada en el estado como existía en Europa del este, donde el estado es el principal impulsor. El otro modelo, que se está convirtiendo en el dominante, es el estado del mercado que crea las condiciones para que prospere el mercado neoliberal y el sector privado. Y creo que frente a estas dos opciones podemos colocar un estado al servicio de los bienes comunales, en el que los bienes comunales son el medio de generar valor para los ciudadanos. Sería un estado centrado en el civismo, un estado favorecedor, un estado propiciador, un estado inspirador, realmente al servicio de los ciudadanos, y que se ve a sí mismo como tal.

John Clarke: La cuestión sobre el estado y los bienes comunales plantea otra pregunta: ¿se puede rescatar la hermosa visión del estado como interés colectivo, bien común e interés público? Se trata de un conjunto de imágenes muy poderoso sobre lo que es el estado. La experiencia vivida de los estados es más matizada y perturbadora, porque los estados son también disciplinarios, que contienen, formulan y garantizan que la gente se comporte correctamente. Y la relación de los ciudadanos con el estado es, por lo tanto, tirante entre lo que ellos desean y la cruda realidad. Los bienes comunales resurgen en la actualidad planteando la pregunta: ¿podríamos rescatar esa imagen, esa fantasía de hacer bien las cosas todos juntos? ¿son los bienes comunales un medio para conseguirlo?

Danijela Dolenec: La manera en que yo veo la relación entre los bienes comunales y el estado es lo que los movimientos y luchas sociales contemporáneas hacen de esta relación, cómo la utilizan y cual es su potencial político. Yo veo al menos dos elementos importantes: uno tiene que ver con los regímenes de propiedad porque a un nivel muy básico, el discurso y la imagineria de los bienes comunales ayudan a resistir contra la mercantilización y privatización que lleva a cabo el estado neoliberal actual. Pero más importante que eso, como sabemos por la teoría de los bienes comunales, la cuestión no es quien posee qué, sino sobre los regímenes de gestión, por eso es esencial exigir derechos de decisión y avanzar hacia regímenes de gobierno más participativos e inclusivos.

Hilary Wainwright: Creo que el rasgo clave de la situación política actual es el desarrollo de movimientos a menudo asociados con nuevos partidos políticos, o, en el caso de Inglaterra por ejemplo, dentro y fuera del partido laborista tradicional. Estos movimientos no solo realizan protestas y manifestaciones, sino que reflejan el distanciamiento de los ciudadanos con el proceso político, incluyendo a los partidos y al estado. Reflejan un proceso que está en marcha desde 1968, en el que los ciudadanos se reconocen a sí mismos como actores capacitados y productivos. La lógica de alternativas creadas aquí y ahora y el rechazo de las relaciones existentes, basándose en la presunción de que las cosas podrían ser diferentes, continúa hoy en día a través del movimiento medioambiental, las cooperativas energéticas, los jardines comunitarios, los sistemas asistenciales alternativos, etcétera. Lo que los bienes comunales captan es la noción de auto organización y la creación de una fuerza material independiente de la esfera política existente. Y aquí es donde entra el elemento participativo, basado en la noción de la gente como ciudadanos conocedores. Los ciudadanos están distanciados de la manera en la que el estado los trata, como simples operarios, como una estadística.

Tomislav Tomaševic: Creo que los bienes comunales son importantes como una nueva narrativa que va más allá del dualismo entre el estado y el mercado como las únicas instituciones posibles para la acción colectiva y la prosperidad compartida. Ambos están en crisis y ven su legitimidad cada vez más mermada en la actualidad. Los bienes comunales llegan como una nueva narrativa, mostrándonos que es posible realizar acciones colectivas que no se basen en el intercambio en el mercado ni en un enfoque disciplinado, jerárquico y paternalista implementado por el estado. Fuera de la esfera del estado, los bienes comunales  proporcionan un contrapoder autónomo que abre camino a un redescubrimiento de prácticas colectivas de gestión de los recursos. Los bienes comunales son una forma de redescubrimiento del potencial de co-gestión, o autogestión, de la gente, y esto afortunadamente podría también extenderse al estado, mediante prácticas de cogestión, dejando la gente de actuar como clientes o sujetos del estado de bienestar y actuando como coproductores o socios.

VH: ¿Pueden el estado y los bienes comunales trabajar conjuntamente? ¿Pueden los bienes comunales tener un papel transformador para el estado como régimen de gobierno?

TT: Conceptualmente es fácil colocar las cosas en categorías y decir que existen tres ámbitos completamente separados que son los bienes comunales, el estado y el mercado. La realidad es obviamente mucho más confusa. La relación entre el estado y los bienes comunales dependerá de quien ostenta el poder estatal. Si la configuración del poder político es favorable, el estado se podrá utilizar para proteger y apoyar los bienes comunales mediante la redistribución. Los bienes comunales no pueden funcionar si la cooperación con el estado no es entre participantes iguales, es decir, una relación justa, y la redistribución en cambio es lo que permite que los bienes comunales sean una práctica. Y creo que cuando los bienes comunales se pueden aplicar en la práctica, se puede conseguir algún tipo de transformación del estado y sus prácticas.

Creo que los bienes comunales son importantes como una nueva narrativa que va más allá del dualismo entre el estado y el mercado como las únicas instituciones posibles para la acción colectiva y la prosperidad compartida.

~Tomislav Tomaševic

MB: Para mí, los bienes comunales son una respuesta al fracaso del mercado y el estado, a una crisis sistémica en la que la naturaleza extractiva del sistema económico actual está amenazando al planeta. Es realmente un nuevo régimen de valores y no es la primera vez que ocurre. Por ejemplo, Europa entre los siglos V y X era una economía basada en el saqueo; las tribus nómadas intentaban conquistar el territorio del resto de tribus y, después, en el siglo XI asistimos a la aparición de ciudades libres, de gremios, de bienes comunales como un  nuevo régimen de valores. Y creo que esto es lo que está ocurriendo ahora. Y este régimen de valores necesita un conjunto de servicios y mecanismos de apoyo que solo una institución como el estado puede proporcionar, por lo que para mí no se trata solo de hacer que el estado sea mejor sino más bien una conquista de un nuevo régimen de valores y de las fuerzas sociales que lo representan. Por lo que se trata de una lucha por una visión del estado y creo que ese es el tipo de movimiento en el que estamos involucrados.

DD: Existe una tensión específica entre los bienes comunales y el estado. A menudo, en la discusión relativa a los bienes comunales aparece esta idea de que se trata de un tercer ámbito, diferente del estado y el mercado. Pero se trata de una concepción no muy conflictiva, tocquevillana. Como si los bienes comunales florecieran y el capitalismo se marchitara. Pero no es así como funciona, porque en las sociedades existen conflictos sobre como deberían funcionar las cosas y existen diferentes intereses. Así, diría que percibo los bienes comunales como políticamente útiles cuando se confrontan con el estado, cuando las reformas deberían llegar a través de las reivindicaciones, más que considerándolos zonas autónomas separadas que florecerán y llegarán a ser más poderosas que el estado.

A un nivel muy básico, el discurso y la imagineria de los bienes comunales ayudan a resistir contra la mercantilización y privatización que lleva a cabo el estado neoliberal actual.

~ Danijela Dolenec

VH: Danijela, ¿crees que las confrontaciones que rodean a los bienes comunales ya existen y están desafiando al estado?

DD: Sí, absolutamente. Definitivamente interpretaría al menos algunos de los movimientos sociales actuales como luchas por los bienes comunales. Incluso si, algunas veces, utilizan el antiguo vocabulario de lo “público”, están articulando políticamente otro modelo, diferente al del estado frente a la sociedad de mercado.

HW: Creo que es realmente importarte ver los bienes comunales como una forma de poder diferente al poder del estado. El poder tradicional del estado es el poder de la dominación. Existe el poder de la capacidad transformadora que destaca la autonomía y la creatividad de las fuerzas populares. Pero es potencial, todavía no es una realidad. En cierta manera, el papel de la izquierda y de organizaciones como el Instituto de Ecología Política (Croacia) es alimentar dicho potencial, crear capacidad. Creo que los partidos y movimientos alternativos no ganarán nunca únicamente mediante políticas electoralistas ni a través de la insurrección. Tiene que existir un vínculo con un paradigma alternativo emergente, algo parecido al nuevo régimen de valores de Michel.

DD: Creo que la teoría de los bienes comunales aporta de forma importante a la izquierda un enfoque centrado en la sostenibilidad. Durante esta Green Academy discutimos sobre la izquierda en Bolivia, una izquierda de redistribución clásica con sus éxitos pero también con sus fracasos, basada en un paradigma productivista y extractivista. Defender políticamente los bienes comunales genera un imperativo dual: abandonar el productivismo y tener un enfoque ampliamente igualitario y no solo redistributivo.

VH: Muchos creen que la globalización está al servicio de una expansión económica neoliberal, y se considera que Europa es un actor en ese proceso. ¿Pueden los bienes comunales contribuir al cambio o ser una alternativa dentro de las instituciones y los Estados Miembros de la Unión Europea?  

JC: Creo que vivimos en un momento de profundo fracaso. Y un elemento crítico es el fracaso del estado en relación con el servicio al planeta y a sus habitantes. Este momento supone tanto una oportunidad para los bienes comunales como un gran peligro. Los estados buscan incansablemente la innovación y formas mejores, más baratas y rápidas de hacer las cosas que se suponen que tienen que hacer y en las que fracasan. Así, una serie de elementos llamados servicios públicos están ahora abiertos, no solo a la explotación comercial, sino abiertos al interés y la organización comunitarios. Todos esos fracasos del estado constituyen un movimiento creciente de desesperación pero también un momento de posibilidades potenciales en las que el estado podría convertirse en un recurso para generar más cosas nuevas.

MB: Gramsci decía que la crisis existe precisamente en el momento en el que lo viejo desaparece y lo nuevo no puede aparecer y es en dicho interregno donde aparecen un gran número de síntomas mórbidos. Creo que si se observa el crecimiento actual de la derecha radical, estamos exactamente en el mismo tipo de periodo que en la década de los 30. Si volvemos al siglo XVI, existió un periodo en el que el estado de la nación todavía no existía. Existía la Liga Hanseática, las ciudades libres en el norte de Italia, básicamente un periodo en el que todavía no existía la forma dominante. Y creo que nos encontramos en un periodo similar y tenemos que observar las posibles simientes, sin saber realmente cual de ellas puede convertirse en la respuesta.

No se trata solo de hacer que el estado sea mejor sino más bien una conquista de un nuevo régimen de valores y de las fuerzas sociales que lo representan.

~ Michel Bauwens

HW: Si observamos las iniciativas que surgen desde la base, creo que una lucha transnacional muy efectiva ha sido la que va en contra de la privatización del agua en Europa. La clave ha sido la idea de que existe una forma alternativa de gestionar el agua que afronta la corrupción, la ineficiencia, la mala calidad, etc. Pensar que mientras la gestión del agua sea pública se mejorará, mediante la democratización, ha sido crucial en el desarrollo de un movimiento transnacional muy convincente y democrático. El movimiento incluso consiguió cambios a nivel europeo, un cambio constitucional para que el agua se convirtiera en un bien común, lo que no es poco.

Los partidos y movimientos alternativos no ganarán nunca únicamente mediante políticas electoralistas ni a través de la insurrección. Tiene que existir un vínculo con un paradigma alternativo emergente.

~ Hilary Wainwright

DD: La decadencia política que estamos viviendo y el aumento de la extrema derecha son solo otra forma de expresar el fracaso de la izquierda. Creo que el discurso sobre los bienes comunales puede ayudar a avanzar a las políticas de la izquierda en el siglo XXI. En mi trabajo he utilizado el concepto de Foucault de una “gubernamentalidad socialista” para cambiar el enfoque sobre la determinación de una nueva racionalidad estatal y el propósito de un proyecto colectivo, pero también una forma de gobernar, principios en los que debería basarse. La sostenibilidad material y una amplia concepción de igualitarismo parece algo bonito y sencillo, pero hacerlo, transformarlo en un principio de gubernamentalidad es el imperativo de la izquierda.

VH: ¿Existe un impulso político actual de los bienes comunales en Europa? ¿Dónde repercuten más los bienes comunales y cuál es su relación con el poder?

MB: Creo que donde los bienes comunales están más  integrados en este momento es a nivel de ciudad, si observamos la experiencia de Barcelona, de Seúl en Corea, de Frome en Reino Unido o de Grenoble en Francia, en el experimento de colaboración de Bolonia en Italia (así como en Mantova, Palermo y Bataglia), representan un modelo de gobierno policéntrico donde la política se hace realmente en la comunidad.

Se faculta a los grupos de ciudadanos para realizar propuestas políticas. Creo que es muy radical, aunque también muy pragmático. La formulación de políticas está abierta a los colectivos de ciudadanos, mientras que la ciudad se convierte en un mecanismo de apoyo para realizar estos proyectos. Las ciudades cooperan de otra forma a través de un nuevo nivel urbano translocal que no existía con anterioridad. Así, por ejemplo, 40 ciudades del mundo han confluido para regular Uber y creo que sería conveniente comenzar a mapear realmente estas iniciativas. Lo mismo valdría para la lucha contra el cambio climático y las coaliciones de ciudades que sobrepasan el nivel estatal. Otro nivel es lo que llamo “neo-tribus”, la mayoría trabajadores del conocimiento viajando alrededor del mundo, trabajando desde diferentes lugares y creando toda esta infraestructura de cooperación global en lugares físicos, como el co-working y el fabbing1. Así, en otros 10-15 años tendremos diferentes tipos de estructuras transnacionales, como los gremios de la Edad Media. Existen muchas fuerzas sobre el terreno realizando jardinería urbana, utilizando laboratorios fab-lab de forma colaborativa, divisas alternativas, realizando apoyo comunitario a la agricultura… Estas personas están ahí, y no creo que se movilicen bastante por ningún proyecto político.

TT: A nivel local existe mucha cooperación y participación, porque el estado de la nación no está equipado para apoyar ese tipo de modelo de gestión de la gente. Y el nivel supranacional europeo está incluso más privado de capacidad de actuación y está menos dispuesto, con su gran número de expertos y la tiranía de los mismos. Pero personalmente no veo otra forma que intentar cambiar estos modelos de gestión, especialmente los del estado. Sin esa lucha política para cambiar las prácticas estatales, no creo que podamos poner de manifiesto los bienes comunales y las nuevas alternativas.

Una de las cosas más importantes sobre los bienes comunales, y relacionada con los movimientos, es que influyen en el poder distribuido.

~ John Clarke

DD: Los movimientos sociales actuales se basan en parte en el discurso de los bienes comunales, pero están intentando articularlo como una plataforma política. Por ejemplo, el caso griego de Syriza se enfocó en el estado mientras que el ejemplo español es más de abajo a arriba. El intento de Syriza fue un fracaso obvio mientras que en España parece ser más policéntrico y más descentralizado y, por lo tanto, abierto a más posibilidades. Además, el fracaso de la izquierda con respecto a su base social, es decir, la clase trabajadora, pero también ahora con respecto a la clase media, plantea la pregunta de la juventud y de a quien le otorgarán su apoyo. Creo que la política de las ciudades, siendo la ciudad un símbolo de la sobremercantilización y de la privatización del espacio público, tiene mucho potencial porque la ciudad es también un lugar donde las alternativas son bastante visibles y abiertas a la participación. Políticamente y en concreto en términos de acción y programa, creo que la ciudad como espacio es un buen primer paso, mejor que enfocarse inmediatamente en el estado.

JC: Creo que necesitamos discutir sobre el poder. La idea de “asumir poder” es una vieja herencia leninista. La idea de que el poder se concentra en un lugar y de que después de tomar el poder haremos funcionar las cosas es casi divertida. Realmente habría que pensar en cómo el poder se constituye, concentra y distribuye simultáneamente. Y una de las cosas más importantes sobre los bienes comunales, y relacionada con los movimientos, es que influyen en el poder distribuido. Podrían no moverse hacia el centro del estado y desmantelarlo y reorganizarlo, pero ciertamente reconfiguran su distribución dentro y a través de lugares particulares. Los bienes comunales per se no tratan sobre tomar el poder, pero proporcionan un lenguaje y están destinados a cubrir un tipo híbrido de realidad, señalando una nueva base material para las políticas transformadoras, al igual que las estructuras cooperativistas de los sindicatos constituyeron la base material de los viejos partidos de izquierdas y les proporcionaron longevidad y una fuente de poder material. No estamos intentando convertir los bienes comunales en un fetiche, pero indudablemente hay personas creando nuevas formas colaborativas y mutuamente beneficiosas, y estos nuevos partidos han tenido que romper con las viejas y presuntuosas instituciones para crear espacio para los bienes comunales. Se trata de cambiar la mentalidad de manera que los bienes comunales se puedan entender como una fuerza creativa y material, condición necesaria para cualquier cambio político.

Finding Common Ground
Finding Common Ground

An investigation into the commons reveals the wide-ranging spectrum of definitions and applications of this concept that exist across Europe. Yet from the numerous local initiatives, social movements and governance models associated with this term – is it possible to identify the outline of a commons-based approach that could form the basis of a broad cross-societal response to the failures of the current system?