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Los diferentes Partidos europeos han publicado sus programas electorales, y podemos ver las diferencias reales en la forma en que quieren transformar Europa durante los próximos años. Los votantes tendrán la posibilidad de dar su voz en las elecciones del Parlamento Europeo de este mes de mayo.

Puesto que el mundo prosigue su veloz proceso de urbanización, las ciudades van a tener que desempeñar un papel cada vez más importante en el paso a una economía con bajas emisiones de carbono. En el esfuerzo por crear una economía circular cerrada y una economía lenta, las ciudades podrían ocupar la posición idónea para liderar la transición.

¿La economía europea puede seguir siendo competitiva sin una transición hacia las bajas emisiones de carbono? La respuesta es, claramente, un “no”. Entonces, ¿cómo podemos adaptarnos a esa realidad? Sólo mediante un cambio drástico de las prioridades presupuestarias europeas y un conjunto de medidas innovadoras.

Declaración de interdependencia

En España se da una paradoja singular con el federalismo. El federalismo parece, a priori, la solución político-jurídica más lógica para la articulación de una realidad territorial tan diversa como la española, pero en cambio ha sido y es rechazado tanto por los dos grandes partidos del Estado, el PSOE y el PP, como por los partidos nacionalistas.

Situar a nuestra sociedad y nuestra economía bajo un paradigma ecológico requerirá un cambio radical de nuestro concepto de progreso, concepto que hasta este momento ha sido sinónimo de crecimiento económico. También deberá implicar un cambio en nuestras relaciones con las tecnologías y una refundación de nuestras relaciones sociales.

Las negociaciones del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (el EU-US Free Trade Agreement) podrían llegar a laminar derechos sociales, laborales y medioambientales. Como verdes, debemos trabajar para que el proceso sea más transparente y luchar contra cualquier intento de rebajar nuestros estándares.

Se necesita de un gran debate abierto y de una campaña continua para mantener al mínimo nivel la invasión gubernamental de nuestra información privada. De todas maneras, las revelaciones del caso PRISM pueden ser el punto de inflexión sobre la cuestión.